Capítulo 19

abril 04, 2018

Aunque aceptaron la invitación, Hai Xiu y Feng Fei continuaron de compras un rato más, después llamaron a un taxi y se fueron a la fiesta.
Llegaron sobre las ocho de la tarde y todo el mundo se les acercó para saludarles. Feng Fei repasó con la mirada a todos los presentes y sí, He Hao había llamado a muchísima gente. Entonces, tiró de la mano de Hai Xiu y le hizo sentarse en un sofá antes de dirigirse al capitán del equipo, aceptar una cerveza y decirle:
‒Siento casi perderme tu fiesta de despedida.
Como los dos siempre habían tenido una muy buena relación, al Capitán no le importó demasiado.
‒Da igual, da igual. Sólo me voy seis meses, volveré para la foto de graduación. Hey, creía que te vendrías con tu novia. He Hao me ha dicho que estabas de cita… ‒ El capitán tendía a hablar demasiado cuando estaba borracho.
Feng Fei quería quedarse junto a Hai Xiu, pero le daba un poco de vergüenza admitirlo.
‒Ve a hablar con más gente, corre. ‒ Le aconsejó el capitán antes de volver a cortejar a su propia novia.
‒¿Mucho ruido? ‒ Le preguntó Feng Fei a Hai Xiu ofreciéndole una botella de agua.
Hai Xiu sacudió la cabeza.
‒Esa… Esa chica y tu capitán están… Eh… ‒ Al chiquillo le brillaban los ojos y no recordaba el nombre de la chica que estaba con el capitán, pero sí sabía que era la más guapa del campus, dulce y que sacaba buenas notas.
‒Sí. ‒ Feng Fei se sentó a su lado. ‒ Desde niños. Se conoces desde primaria y empezaron a salir. El capitán no suele molestarla en el instituto porque quiere que pueda estudiar, pero siempre va a echarle un vistazo.
‒Qué bien. ‒ Hai Xiu les admiraba. ‒ Una pareja ideal.
‒¿Eres Hai Xiu? ‒ Uno de los miembros del equipo de baloncesto descubrió a la pareja en el rincón del sofá sin relacionarse con nadie. ‒ Ven a jugar, estar ahí sentado es aburrido.
Hai Xiu miró a Feng Fei de soslayo y susurró:
‒¿Tú vas a…?
‒Siempre te hace caso, ¿no? ‒ El chaval sonrió. ‒ Hasta que no te hemos llamado a ti no ha querido venir. ¿Le tienes comiendo de la palma de tu mano?
‒No, no es-… ‒ Hai Xiu corrió a sacudir la cabeza.
‒Es broma. Venid a jugar, anda. ‒ El chico volvió a girarse hacia las chicas que estaban locas de emoción por poder jugar con Feng Fei.
‒¿Cómo se juega? ‒ Hai Xiu sonrió.
Hai Xiu no quería quedarse sentado de brazos cruzados, miró a Feng Fei y asintió. Feng Fei se levantó, se acercó poniéndole una mano en el hombro al muchacho que les había invitado y se sentó.
‒¿Cómo le vas a enseñar? ¡Ya le enseño yo!
‒¡Pues venga! ‒ El chico rió. ‒ ¿Pero vas a enseñarle tú que siempre pierdes?
Feng Fei le ignoró y tiró de Hai Xiu para que pudiese jugar con el resto de invitados.
‒¿No podéis jugar a otra cosa? ‒ A Feng Fei le empezó a doler la cabeza cuando se enteró de que estaban jugando al contar a siete. ‒ ¿No estáis hartos de las mates?
Las chicas sonrieron y se negaron.
‒¿Contar a…? ¿A qué?
‒ Se empieza contando desde el uno, pero cualquier número que contenga el siete o sea su múltiplo se tiene que evitar. ‒ Explicó Feng Fei. ‒ Por ejemplo: “uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, paso” o “sesenta, paso” o “diez, trece, paso”.
‒¡Ya lo pillo!
‒Si te equivocas tienes que beber. ‒ Feng Fei le repasó con la mirada. ‒ Ya beberé yo por ti si te equivocas.
Hai Xiu se acordó de cuando Feng Fei se emborrachó y sacudió la cabeza.
‒No, no… Ya bebo yo.
‒Hoy no se bebe, vamos a elegir un castigo. ‒ Una chica soltó una risotada interrumpiéndoles.
Feng Fei se alegró porque tener que beber por los dos sería lo mismo que darse de puñetazos a sí mismo.
‒Me alegro.
Estuvieron un rato debatiendo cuál podía ser el castigo hasta que, al final, llegaron a la conclusión que lo mejor era que el que quedase último tendría que besar al primero.
Empezaron con las cuentas y fueron bien hasta que llegaron a cien.
‒Ciento veintidós.
‒Ciento veintitrés.
‒Ciento veinticuatro.
‒Cinto veinticinco.
‒Ciento veintiséis… ¡Ay, no! ‒ A Feng Fei se le escapó pero intentó esconderlo. ‒ ¡Paso, paso!
Todos se rieron y los chicos se burlaron de él.
‒¡Ya os había dicho que no quería jugar! ‒ Feng Fei no sabía si reír o llorar. ‒ Mi cabeza no vale para esto.
A raíz de esto, los chicos empezaron a dejar ganar a las chicas descaradamente, mientras que ellas cada vez se ruborizaban más. Feng Fei observaba la escena desde el marco de la puerta pensando en qué excusa podía dar y Hai Xiu se lo miraba con nerviosismo. 
‒Dos cientos sesenta y cinco.
‒Dos cientos sesenta y siete… Ah, me he equivocado…
Cuánto más grandes eran los números, menos gente quedaba hasta que al final la pelea quedó entre Hai Xiu y otra muchacha.
‒Cuatrocientos cincuenta y nueve.
‒Cuatrocientos sesenta.
‒Cuatrocientos sesenta y uno.
‒Paso.
‒Cuatrocientos… ‒ La chica titubeó. ‒ Cuatrocientos sesenta y tres.
Feng Fei contemplaba a Hai Xiu embobado, se le había olvidado completamente lo de buscar una excusa. Todos los presentes podían apreciar con total claridad que la chica estaba teniendo problemas. Feng Fei relamió y se apoyó contra el marco de la puerta y miró de reojo a Hai Xiu algo temeroso de su estado, sin embargo, Hai Xiu estaba sonrojado pero contestaba sin mucha dificultad.
‒Quinientos dieciséis.
‒Paso… Paso…
‒Paso.
La chica se quedó de piedra unos instantes: no tenía ni la menor idea de qué número seguía y, por eso mismo, perdió.
‒¡Guau! ‒ El capitán miró a Hai Xiu y le halagó. ‒ ¡Increíble!
Sus compañeros de clase se miraron a la pareja y empezaron a molestarles.
‒¡Que se besen, que se besen! ¡Vamos!
Hai Xiu enrojeció y miró con cierta inquietud a Feng Fei. No había querido perder por el simple hecho de que le molestaría que Feng Fei besase a otra persona: aborrecía que tuviese que hacerlo.
Feng Fei sintió lo tenso que estaba Hai Xiu así que les dijo a los demás:
‒¡Parad de gritar! ¡Ay! ¿Por qué se tienen que besar dos chicos?
‒¿Y por qué no? ‒ He Hao replicó. ‒ Hai Xiu no ha dicho nada, eres el único montando un pollo. Venga, besaos ya para que podamos seguir jugando.
Feng Fei miró a Hai Xiu nervioso. Entonces, suspiró.
‒¿Les has oído? ‒ Rió.
Hai Xiu asintió con la cabeza. Por supuesto que había oído cuál era el castigo.
‒Bueno… ‒ Feng Fei tuvo que reír. ‒ Luego no me des las culpas, eh…
Se acercó a Hai Xiu que, a su vez, retrocedió inconscientemente. El corazón de Feng Fei latía como loco mientras recordaba la fiera dedicación que había puesto este chico en el juego, y entonces, arrinconó a Hai Xiu sobre el sofá.
Hai Xiu se dejó caer sentado sobre el enorme sofá, medio hundiéndose en un cojín y con Feng Fei delante de él.
Todos los demás se dedicaban a molestarles.
‒Podrías haber perdido a propósito, ¿sabes? ‒ Le susurró al oído de repente.
Hai Xiu se lo miró con incomodidad. No podía ver del todo bien con qué expresión le estaba mirando porque su cuerpo tapaba la luz, pero aun así, no fue capaz de mentir y gruñó.
‒Tú te lo has buscado. ‒ Feng Fei soltó una risita.
Antes de que su voz se desvaneciera, los labios de Feng Fei ya estaban sobre los de Hai Xiu.

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