Capítulo 83

mayo 07, 2018


Se me acerca sin dejar de mirar a XiYan que sigue cabizbajo y no se atreve a abrir la boca. Ye CanSheng estampa su puño derecho en la cara de su esbirro con furia haciéndole caer hacia atrás. Yo me limito a temblar, pero no quiero que se me note, no quiero que lo malinterprete; ahora mismo no me puedo permitir un malentendido.
Miro el ceño fruncido de XiYan y soy capaz de apreciar que cuando CanSheng me pegaba sólo usaba la mitad de su fuerza. Ahora mismo me estremezco con sólo mirarle a los ojos que siguen serenos, sin atisbo de otra cosa que no sea crueldad y poder. Estudio sus hombros anchos y la cintura estrecha: ha crecido mucho desde la última vez que le vi.
‒No deberías engañarme, ni aunque sea por mi bien, XiYan. Te mereces lo mereces.
XiYan no intenta evitarlo, se levanta, se quita la mano de la cara y le mira.
‒Lo sé desde que decidí seguirte, no pienso quejarme. No voy a cambiar de opinión por un puñetazo.
‒Gracias. ‒ Le contesta CanSheng mientras le abraza.
XiYan sonríe. Sigue dando miedo, pero por fin sé porque me dejó a su cargo. Porque es como su hermano.
XiYan se marcha y se lleva a Cacahuete consigo, pero Ye CanSheng no me dice nada, sólo me da de comer. Y al terminar, se queda mirándome. Me escudriña sin intentar esconderlo.
‒¿De verdad estás dispuesto a hacerlo? ‒ Dice. Por fin.
Le abrazo. Es la primera vez que empiezo yo el abrazo desde que hemos vuelto a estar juntos.
‒Sí, pero primero engórdame un poquito. No creo que sobreviva a ello tal y como estoy ahora mismo. ‒ Añado.
‒¡YunSheng…!- Le tiembla la voz. Qué triste.
Me abraza de repente, haciendo repicar mis cadenas. Me cuesta respirar, pero me rio. Ya está. Ya no me queda nada, ni siquiera resistencia. Bueno, estoy cumpliendo la promesa que le hice, que me quedaría con él. Pero ahora mi estado mental es otro.  Antes deseaba poder salir de esta jaula con él, pero ahora, sólo puedo contar los días en esta jaula.
‒Creía que lo había soñado. ‒ Dice.
‒A lo mejor sí.
‒No, es de verdad. ‒ Me muerde con los caninos y yo asiento con la cabeza. ‒ Es de verdad.
Me tira sobre el sofá y me desgarra la ropa que me ha puesto esta mañana. Suena como si mis prendas se estuvieran lamentando en mi nombre. Sin embargo, no guardo rencor. Ya no pienso ni en mi cuerpo, ni en mi corazón. Uso la pierna que tengo suelta para aferrarme e inclinarme contra su cintura y me aferro a su cuello con las manos.
‒Dámelo, CanSheng. ‒ Le susurro al oído.
Déjame sentir todo el dolor, todo el dolor que pueda. Hazme saber que esto es la realidad y no un sueño impulsivo. Obligame a entender que no hay otro futuro, sólo tú y el dolor.
‒YunSheng, YunSheng…
Se vuelve loco y me muerde por todas partes negándose a separarse mis labios. Me abraza sin parar y siento que me va a hogar. Pierdo el control de mí mismo: mis jadeos, gemidos y quejidos están bajo sus órdenes. Me repasa el cuerpo con la mano sin cesar, me acaricia la nuez, el cuello y el miembro. Es anormal lo mucho que me duele el pene. Le cojo la mano y lo aparto un poco entre jadeos.
‒Ya… Ya vale… Ugh…
Vuelve a tumbarme y deja caer su cuerpo antes de volverme a morder.
‒No, no, no. Te quiero, te echo de menos. No me dejes, YunSheng…
Tal vez es él quien sabe mejor que nadie que ShangFan me raptó, pero ha estado diciéndose que escapé y por eso me trata así, por eso me lo quiere quitar todo. No hay duda de que sabía que me estaba haciendo el loco, pero me ha estado siguiendo el rollo. ¿Por qué? No lo entiendo, ni quiero adivinarlo, así puedo evitar arrepentirme. Arrepentirme de destruir todo lo que tengo y quedarme con alguien que sólo sabe romperme mientras me repite lo mucho que me ama.
Qué egoísta es.

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