Capítulo 32

junio 05, 2018


Toda esperanza alberga anotaciones; toda fe alberga lloros.
‒Bei Dao, Todo.

Arrastraron una silla metálica por el suelo.
Encima de la mesa de madera había un bolígrafo, una libreta y una lámpara. Un hombre uniformado estornudo, sacó un pañuelo del bolsillo y se sonó la nariz.
‒Adelante.
‒Su té, Sargento Wang.
‒Déjalo en la mesa.
Entonces, la puerta de la sala de interrogación volvió a cerrarse. El hombre hizo una bola con el pañuelo y se lo volvió a guardar en el bolsillo a mogollón. Las paredes eran de color blanco con la única excepción de unas enormes letras negras que leían: tolerancia para la sinceridad; severidad para la resistencia.
El sargento se sentó en la silla y giró la lámpara. La luz obligó a Xu Ping a entrecerrar los ojos por la incomodidad.
‒Nombre.
‒…Xu Ping.
‒¿Qué “Ping”?
‒El de “tranquilo”.
‒Edad.
‒Dieciocho.
‒Oficio. ‒ Xu Ping se quedó callado. ‒ ¿Qué haces?
‒…Soy un estudiante.
‒¿De qué escuela?
‒Secundaria Primer Ferrocarril.
‒Clase.
‒Tercera división, tercera clase.
‒A punto de hacer los exámenes de admisión a la universidad, ¿eh?
‒…Sí.
‒Tienes la misma edad que mi hijo; él también va a hacer los exámenes.
Xu Ping bajó la vista y no respondió.
‒Vale, sé sincero. ‒ Wang Young dejó el bolígrafo. ‒ ¿Qué pasó anoche? ¿Por qué tu hermano y tú le pegasteis a esos agentes?
‒…Mi hermano no sabe nada.
‒¡¿Y casi mata a golpes a un hombre sin saber nada?! ‒ El hombre se burló. ‒ ¡Menudo hermano!
‒¡Es verdad! ‒ Gritó Xu Ping frenético. ‒ ¡Es un idiota! ¡Un retrasado! ¡Ni siquiera fue a primaria! Si no me cree, puede preguntarles a mis vecinos. ¡Todos lo saben! Me había venido a buscar. Es grandote, pero no sabe nada.
‒¿Cómo se llama tu hermano?
‒Xu Zheng. El “zheng” es el mismo que en “justicia”.
‒De acuerdo.
‒Si tienen preguntas, hágamelas a mí. Mi hermano tiene problemas de comunicación. No sabe hablar con los que no son de la familia.
Wang Young le echó un vistazo y se rascó la nariz.
‒Ya lo sabemos.
‒¿Ya lo saben? ‒ Xu Ping levantó la cabeza de golpe. ‒ ¿Cómo? ‒ Los grilletes resonaron furiosamente contra la silla. ‒ ¿Le han interrogado? ¡Es idiota! ¡No sabe hablar! ¡¿Le han vuelto a pegar?! ¡¿Eh?! ‒ Empezó a gritar sin control.
Wang Young dio un manotazo en la mesa tirando el té por el suelo.
‒¡Siéntate! ¡¿Dónde te crees que estás?! ¿Crees que puedes gritar donde te venga en gana? ¿Sabes en qué lío estás metido ahora mismo? ¡Pon el culo en la silla!
Xu Ping se dejó caer en la silla jadeando y cabizbajo.
‒¿Qué dices de volver a pegar? ¡La policía no pega a nadie! ‒ Dio unos toquecitos en la mesa con los nudillos de la mano. ‒ ¿Recuerdas lo que el Partido y el País te han enseñado? ¿Cómo puede ser que después de tantos años en la escuela no tengas ni idea? Tenemos leyes y protocolos que debemos cumplir. ¡Servimos a la gente! Jamás pegaríamos a alguien sin motivo.
Xu Ping escondió la cara entre sus manos y empezó a temblar.
‒Se lo ruego, quiero ver a mi hermano. Estaba muy herido, quiero verle, por favor.
Wang Young recogió la tapa y le devolvió a la mesa.
‒¡Todavía no entiendes la situación! ‒ Explotó. ‒ ¿Sabes que has cometido un crimen? ¡Tu hermano y tú habéis enviado a no de nuestros compañeros al hospital! ¡¿Cómo osas querer negociar conmigo?!
Xu Ping temblaba tanto que no podía ni hablar.
‒Confiesa ahora mismo. ¡¿Por qué fuiste a la plaza en medio de la noche?!
‒¿Si se lo digo me dejará ver a mi hermano?
Wang Yong estalló en carcajadas.
‒¡¿Qué coño te pasa, camarada?! No puedes ver a tu hermano porque quieras. Esto es la comisaría, un lugar de ley. ¡Nadie está por encima de la ley!
‒Mi hermano sólo tiene quince años. Le falta un tornillo y se han metido con él toda la vida por eso. Si está solo en un sitio que no conoce, no hablará ni para decir que le duele algo. Oficial, digo, Sargento, se lo contaré todo. Se lo ruego. Déjeme ver a mi hermano. No tiene nada que ver con él. Soy yo. Ha sido culpa mía.
Tras una pausa, Wang Yong respondió:
‒Haré que alguien cuide de él mientras tú hablas. ¿Por qué fuiste a la plaza anoche?
‒Para ver a alguien.
‒¿A quién?
Xu Ping guardó silencio unos segundos antes de continuar.
‒…Un chico que iba conmigo al instituto.
‒¿Cómo se llamaba?
‒…Huang Fan.
Wang Yong hizo una pausa.
‒¿Huang Fan? ¿Huang Fan de la universidad X?
‒No estoy seguro de si hay más gente con ese nombre, pero sí que va a esa universidad.
El hombre dejó el bolígrafo y rebuscó algo en la carpeta que tenía a sus pies. Sacó un folio con una foto.
‒¿Es él?
Xu Ping estudió la imagen y asintió agotado. Wang Yong dejó la fotografía sobre la mesa, reflexionó unos segundos y preguntó:
‒¿Por qué fuiste a verle?
‒Me llamó para decirme que quería verme.
‒¿Por qué querría verte de repente?
‒No sé, pero parecía herido.
‒¿…Es lo que te dijo él?
‒No, pero parecía encontrarse mal.
‒¿Dónde quedasteis para veros?
‒…No quedamos, pero me dijo que estaba en la plaza.
‒Si no quedasteis, ¿por qué fuiste?
‒Me dijo que quería verme y colgó.
Wang Yong le miró inquisitivamente.
‒¿Por qué le irías a ver a esas horas? ¿Qué relación tenías con él?
‒Amistad. ‒ Xu Ping pensó un poco antes de responder.
‒¿Amistad?  ‒ El hombre sonrió. ‒ ¿Qué clase de amistad?
‒…La normal. ‒ Xu Ping hizo una breve pausa. ‒ Los dos éramos del consejo en el instituto. Él era el presidente y yo uno de los delegados. Me trató muy bien.
Wang Yong dio toquecitos en la mesa con el dedo.
‒¿De qué más hablasteis?
‒Nada, de lo normal. No paraba de toser y hacía muchas pausas, y de repente, me empezó hablar de sus sueños de infancia. Pensé que-…
‒¿Qué pensaste?
‒…Nada.
‒¿Qué más te dijo?
‒…Ya está.
Wang Yong se recostó contra el respaldo de la silla frotándose la barbilla.
‒¿Y tus padres?
‒Mi madre murió y mi padre no está en la ciudad.
El hombre arrancó un trozo de papel de su libreta y se lo entregó junto el bolígrafo.
‒Toma. Escribe la información de tu padre.


‒¡Xu Ping! ‒ Un policía delgaducho llamó su nombre desde la ventanilla.
Xu Ping estaba sentado en una esquina abrazándose las rodillas; levantó la cabeza y se acercó a la pared.
‒Soy yo.
‒¡Sal! ‒ Ordenó el agente. ‒ ¡El sargento Wang quiere verte!
Xu Ping salió de la celda bajo la atenta mirada del resto de detenidos. La puerta de metal se cerró a sus espaldas.
‒Por aquí. ‒ El oficial le empujó por la espalda.
Pasaron por un largo pasillo y bajaron las escaleras.
‒¡Hey, Xiao Shen! ‒ Se encontraron con alguien.
‒Sargento Liu. ‒ El policía que le había acompañado hizo el saludo.
‒¿A dónde vas?
‒El sargento Wang quiere interrogar a este pavo, he ido a buscarle.
‒¿Qué ha hecho?
‒Su hermano y él les dieron una paliza a unos de los nuestros hace dos noches.
El alto cargo ojeó a Xu Ping.
‒Oh, sí, Xiao Shen. Tu mujer acaba de traerte ropa de recambio; está en la oficina tomándose un té.
‒¡¿De verdad?! ¡Vaya, muchas gracias, Sargento Liu! ‒ Se regocijó el delgaducho. ‒ Casi no tengo tiempo ni para dormir, ya no hablamos de pasarme por casa.
‒últimamente hay mucho lío, pero cuando restauremos el orden ya estará.
Los dos hombres parlotearon un rato en el pasillo. Xu Ping vio a mucha gente en el patio desde la ventana. Delante había un puñado de coches de policía aparcados.
‒Vale, venga, ve a llevarle este tío al sargento Wanto o se cabreará.
‒Oh, caray.

El pasillo era largo y sombrío. Las puertas verdes estaban ordenadas por números pintados de blanco. El suelo pavimentado de cemento era frío y duro.
‒¡Ah…! ‒ Uno de los chillidos que provenía de una de las salas de interrogación hizo estremecer a Xu Ping.
‒¿Qué miras? ¡Date prisa!
La puerta número cuatro se abrió y dejó a la luz a Wang Yong fumando en la ventana y dándoles la espalda.
‒Sargento Wang, he traído al que querías.
‒Muy bien. ‒ Wang Yong apagó el cigarro en el alféizar de la ventana. ‒ Retírate.
La puerta se cerró lentamente. Wang Yong abrió el documento de la mesa y dio órdenes sin alzar la vista.
‒¡Siéntate!
Xu Ping se sentó en la silla.
‒Me he enterado de que la has liado en la celda.
Xu Ping levantó la vista. Tenía el rostro repleto de moratones amarillentos y púrpura.
‒…No.
‒Me han dicho que sacudiste los barrotes mientras gritabas que te dejaran ver a tu hermano.
Xu Ping bajó la vista.
‒¿Dónde está mi hermano?
‒Ahora iba a hablarte de eso.
‒¡¿Qué le ha pasado?!  ‒ Xu Ping estaba colérico.
‒Lleva dos noches con mucha fiebre, así que se lo han llevado al hospital. Le hubiéramos ingresado antes, pero tu hermano no dijo nada de encontrarse mal, se limitó a quedarse tumbado en la celda. Como el resto de criminales estaban dormidos, no le hemos descubierto hasta esta mañana.
Xu Ping se miró a Wang Yong en silencio antes de romper a llorar y cogerse la cabeza.
‒Tengo buenas noticias para ti. Tu hermano todavía es menor y, según nuestra investigación, es disminuido mental. Así que no se le considerará responsable de nada. Tu padre podrá venir a buscarle y llevárselo en cuanto pague la fianza. ‒Los sollozos de Xu Ping se acallaron. ‒ Pero tú eres otro cantar. Tienes dieciocho años y estás mentalmente sano. Según las leyes de nuestro país, debes responsabilizarte de las consecuencias de tus acciones. ‒ Sacó un par de hojas. ‒ Hemos ido a tu colegio a investigar. Tu tutora ha hablado bien de ti, ha dicho que sacas notas excepcionales y que eres el delegado. Parece que tiene muchas esperanzas en ti, ¿eh? ‒Xu Ping fue dejando de llorar. ‒ También hemos llamado a tu padre. No me esperaba que fuera famoso. Actor, ¿verdad? Cuando le llamamos se sorprendió. No debe ser fácil para tu padre tener que criaros a tu hermano y a ti. No ha parado de rogarnos que te cuidemos y de decir que sólo estabas portándote mal. Yo también tengo un hijo. Entiendo a qué se refiere. ‒ Xu Ping se secó la cara con las mangas. ‒ Tengo un par de preguntas que hacerte, espero que cooperes. Tus padres, profesores y compañeros de clase esperan mucho de ti. Tienes un futuro. Tienes una vida delante de ti. Lo que te pasó es que las mentiras de ciertas personas te confundieron. Espero que te des cuenta y que mejores. No permitas que los esfuerzos de tus padres y de tu país se vayan a pique.
Xu Ping levantó la cabeza lentamente y Wang Yong le pasó un diario.
“SE BUSCA.
La organización ilegal ha estado organizando y fomentando una revolución sin parar. Por tanto, diecisiete estudiantes y actores (lista de nombres, fotos y descripciones detrás) están en búsqueda y captura. Por favor, investiguen, arresten y notifiquen a la autoridad cualquier hallazgo.
Lista de nombres:
….
Huang Fan. Hombre. 20 años. Registrado en el condado X, provincia X. Estudiante de matemáticas en la universidad de X. Altura aproximada: 180cm. Relativamente delgado. Sin doble párpado, ojos largos y estrechos.
…”
‒Voy a ir directo al grano. ¿Dónde está Huang Fan?
‒No lo sé.
‒Fuiste la última persona que quiso ver. ¿Cómo puede ser que no lo sepas?
‒De verdad que no lo sé.
‒¿Dónde quedasteis?
‒No quedamos.
‒Piensa en lo que te he dicho, Xu Ping. Piensa en tus padres, en tus profesores. Piensa en tu futuro.
‒¡Estoy diciendo la verdad!
‒¿Por qué quería verte?
‒…No lo sé.
‒¿Qué relación tienes con él?
‒…Amigos.
‒Piénsatelo un poquito más.
‒…Somos… Somos compañeros de clase, nada más.
‒Tenía muchos compañeros y muchos amigos. ¿Por qué te llamó a ti?
‒…No sé.
‒¿Dónde se está escondiendo Huang Fan?
‒¡Que no lo sé!
Wang Yong sacó otro cigarro y lo encendió. Le dio un par de caladas y la habitación se llenó de un aroma amargo.
‒ “No sé, no sé”, ¿por qué le proteges tanto, Xu Ping?
‒Tiene que creerme, sargento Wang. De verdad que no sé nada. Solíamos llevarnos bien, pero como él estaba en la universidad y yo preparándome para los exámenes de admisión ya no nos veíamos casi.
‒¿Tu padre lo sabe?
‒…¿El qué?
Wang Yong se frotó la ceja con el cigarro entre los dedos.
‒Mira, te lo voy a decir, Xu Ping. Sólo estoy siendo educado contigo por tu padre, no creas que lo tienes todo hecho. Te lo voy a preguntar una vez más. ¡¿En qué quedaste con Huang Fan, a quién conoce y dónde está?!
‒¡No lo sé! ¡No me contó nada!
‒¡No lo sabes o no quieres decirlo!
‒¡¿Cómo le voy a confesar algo que no sé?!
‒¿Cómo puede ser que no lo sepas dada vuestra relación?
‒¿…Qué quiere decir?
Wang Yong se rio.
‒¡Qué pena que tu padre haya tenido que criar a un hijo tan cara dura como tú!
Xu Ping le miró furtivamente temblando.
‒¿Crees que tienes secretos? El compañero de piso de Huang Fan ya te ha acusado, ha dicho que teníais una relación especial e impropia. Eres gay, ¿verdad, Xu Ping? No dices nada porque Huang Fan es tu... ¿Verdad?
Xu Ping empezó a jadear en busca de aire, tenía las manos y los pies dormidos.
‒Te voy a dar una última oportunidad. Dinos dónde se está escondiendo Huang Fan y asume la responsabilidad de tus crímenes. No voy a contar que eres gay y podrás irte con tu padre a casa en un par de días. Seguirás siendo un buen estudiante y un buen hijo. Podrás hacer el examen y gozar de tu futuro. El país y su gente es generosa, pero no incondicionalmente. Huang Fan ha traicionado a la gente, así que tenemos que traerle ante la justicia. Decide bien.

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