Capítulo 103: Un uso excepcional del veneno

julio 29, 2018


Era como si Jiu Yiniang no hubiese entendido a Lao Furen. Se resistía como loca, ansiaba escapar de la multitud que la rodeaba. Era otra persona.
‒Jiu Yiniang ha fingido inocencia e ignorancia, pero ¿y el resto? ¡Como alguno de vosotros haya mentido no habrá piedad! ‒ Gritó Li Xiao Ran.
Las criadas de Jiu Yiniang continuaron con la frente en el suelo, aterrorizadas.
‒Seguro que saben algo. ‒Determinó Lao Furen. ‒ ¡Lleváoslas y azotadlas cien veces! ¡Ya veremos si confiesan!
Las criadas temblaban de miedo. Los guardias entraron para llevárselas entre una ola de gritos y ruegos.
‒¡Quiero confesar! ¡Lao Furen, Laoye, tengan piedad! Jiu Yiniang me lo ordenó. Tuve que obedecer. ¡Sino le hubiera hecho caso, me habría echado!
Li Xiao Ran movió la mano para indicarles a los guardas que las soltasen.
‒¡¿Qué te ha hecho hacer?! ‒ Preguntó Lao Furen ante la mirada incrédula del resto de criadas.
‒Jiu Yiniang… ‒ La sirvienta empalideció. ‒ Durante el peregrinaje, aprovechó para llevar el collar a una tienda, derretir el oro y añadir unas hierbas dentro. ¡No sé cuáles! ¡Yo jamás le haría daño a Si Shaoye! Me dijo que el collar era tan valioso que no pasaba nada por quitarle un poco de oro. ¡Me prometió que me subiría de rango si lo hacía!
Tan shi tembló de ira tras escuchar su declaración. Una oleada gélida bañó su corazón. Siempre había creído que los demás eran injustos y provocaban a la pobre Jiu Yiniang, pero ahora que la había visto actuar por si misma…
‒¿Por qué has hecho algo así, Jiu Yiniang? Sabías que Min Zhi estaba a mi cargo. Si le hubiese pasado algo, ¿qué habría sido de mí? ‒ Jiang Yue Lan se la miró con incredulidad. ‒ Estoy segura que de tu intención era-…‒ No terminó la frase, sino que se giró hacia su marido con los ojos empañados de lágrimas.
Li Wei Yang miró a Jiu Yiniang cuyo rostro seguía solemne. ¿Qué estaría pensando?
‒¡Me habéis parado una trampa! ‒ Gritó. ‒ ¡Me habéis parado una trampa entre todos!
Ninguno de los presentes se atrevió a pronunciar palabra. El ambiente de la habitación era casi sofocante. Li Xiao Ran frunció el ceño. Era lo último de lo que la creía capaz.
‒Laoye, ‒ Si Yiniang suspiró. ‒ no puedes creerte a una criada. ¡Hay que investigarlo a fondo! ¡No puedes dejar que me acusen falsamente!
Lao Furen odiaba el no poder ejecutar a la concubina públicamente.
‒¡¿Qué opinas, Wei Yang?! ‒ Exclamó.
Li Wei Yang se vio arrastrada al caos. Debía investigar muchísimas cosas, por lo que se decantó por decir:
‒No me atrevería a intervenir en un asunto de padre y Lao Furen.
‒¿Pues qué crees que debemos hacer? ‒ Le preguntó la anciana a su hijo.
Li Xiao Ran sentía algo por Jiu Yiniang, pero haber atentado contra la vida de su heredero era imperdonable.
‒Siempre te he favorecido, pero no ha sido suficiente para ti. ¡No perdonarías ni a un bebé! ‒ Su voz sonaba cada vez más fría. ‒ Visto lo visto, no puedo aferrarme a mis sentimientos ni ir en contra de las leyes de esta familia. A partir de hoy Jiu Yiniang tiene prohibido salir, hay que encerrarla. Y en cuanto a esta criada: que la encierren en la leñera. Habrá que ir a preguntarle al dueño de ese taller para confirmar su historia. Si lo que dice es verdad, ¡morirá a golpes!
La criada empezó a chillar y llorar conforme la arrastraban fuera de la estancia.
Cuánto más observaba la escena, más extraña se le hacía a Wei Yang.
‒No esperaba que alguien tan débil como Jiu Yiniang fuera capaz de hacer algo así. ‒ Suspiró Jiang Yue Lan. ‒ Menos mal que lo hemos descubierto a tiempo, sino habría puesto en peligro la vida de Min Zhi. ‒ Entonces, se arrodilló y le dijo a Li Xiao Ran. ‒ No he cuidado bien de Si Shaoye. Aceptaré cualquier castigo sin rechistar.
Li Xiao Ran miró a Lao Furen y ayudó a su esposa a ponerse en pie otra vez. Jiang Yue Lan se negó, llorando.
‒Déjalo, esto no ha tenido que ver nada contigo. ‒ Dijo la anciana. ‒ Levanta.
Jiang Yue Lan se levantó.
‒Iré a por Min Zhi y lo cuidaré como nunca.
Lao Furen frunció el ceño al ver como la joven se acercaba al bebé. Sin embargo, a dos pasos del niño, Min Zhi rompió a llorar y gritar.
‒¡Mira! ¿Ves? ¡Qué vas a hacer! ¡Ni siquiera sabes cuidar de un niño! ‒ Lao Furen se enfureció.
Jiang Yue Lan se sintió mal. ¿Cómo iba a saber que el bebé se despertaría tan de repente? Tan shi volvió a coger a Min Zhi, que calló en cuanto notó su pecho, como si nada. Al parecer, la madre sabía qué hacer.
‒¡Esto no puede seguir así! Lleva sólo diez días en tu patio y, mírale, le falta vida. ‒ Espetó la anciana.
Li Wei Yang le echó una ojeada a su hermano pequeño. Lo único diferente que tenía eran los puntitos rojos por el veneno. Jiang Yue Lan no quería soltar a Min Zhi, por lo que suplicó:
‒¡Dame otra oportunidad! A lo mejor he sido muy brusca, ¡puede hacerlo mejor! ‒ Extendió los brazos para coger en brazos al niño, pero en cuanto lo hizo, Min Zhi rompió a llorar, aterrorizado.
Todo el mundo miró a la matriarca con recelo.
‒¿Por qué cada vez que lo tocas llora? ‒ Preguntó Li Xiao Ran con el ceño fruncido.
Jiang Yue Lan pensó que Lao Furen sospechaba de ella, pero no se atrevió a decirlo.
‒¡Sigue queriendo más a Qi Yiniang! ‒ Sonrió de mala gana.
Esa expresión adolorida de su nueva mujer le sentó mal a Li Xiao Ran que se arrepintió de haber sido tan duro con sus palabras.
‒Cógelo tú, Qi Yiniang. ‒ Ordenó.
Era enigmático. Cada vez que estaba entre los brazos de su madre biológica, Min Zhi se tranquilizaba de inmediato; no lloraba, reía y sonreía.
Tan shi acarició la carita de su hijo y él le respondió llevándose su dedo índice a la boca.
‒Si Di todavía es muy pequeño y no sabe nada, madre. ‒ Comentó Zhang Le. ‒ Es normal que monte pollos tan a menudo, es un niño. ¡Es cuestión de que se acostumbre!
Lao Furen frunció el ceño como si reflexionase.
Jiang Yue Lan escuchó las palabras de Zhang Le con atención y añadió:
‒Sí, me voy a llevar a Min Zhi. Si de verdad no puedo con él, haré que Qi Yiniang venga a pasar dos días conmigo para que se acostumbre. ‒ Le echó un vistazo a la niñera que la acompañaba.
Li Wei Yang esbozó una sonrisa gélida. A la niñera no le había dado tiempo a tocarlo que Min Zhi ya había roto a llorar y se aferraba a los brazos de su madre como si fuera cuestión de vida o muerte. Lloraba y se retorcía en un amago de escapar de las manos de la criada.
Lao Furen se quedó atónita. Ese bebé que se pasaba el día riendo y sonriendo, estaba muerto de miedo.
‒Verás, Yue Lan… ‒ Lao Furen vaciló. ‒ El niño quiere estar con su madre biológica, creo que deberías dejárselo a ella. Además, tú ya tendrás a tu propio bebé en algún momento.
Li Xiao Ran asintió con la cabeza.
‒Tiene razón. ‒ Yue Lan, eres muy joven y no estás acostumbrada a tratar con bebés. Deja que Min Zhi se quede con su Qi Yiniang.
Li Wei Yang miró a la nueva matriarca con un ápice de presunción. Jiang Yue Lan se tensó, pero se serenó rápidamente.
‒Que Lao Furen mime tanto a Si Di es una bendición. ‒ Li Zhang Le cerró la mano en un puño, pero lo ocultó tras su gran sonrisa. ‒ Pero madre ha hecho lo imposible para conseguir que Min Zhi la quiera… ¿Si se lo llevan, no será todo tiempo perdido? ¡Ojalá le podáis dar otra oportunidad! ¡Los niños necesitan tiempo para adaptarse!
Li Xiao Ran frunció el ceño.
‒¿Por qué no probamos otra vez a ver qué pasa? ‒ Odiaba tener que ver a su querida esposa tan triste.
Jiang Yue Lan sonrió encanta.
‒¡Haré todo lo que esté en mi mano!
Sin embargo, ese segundo intento no duraría mucho. A los dos días la señora de la casa apareció en los aposentos de Qi Yiniang para devolverle a su hijo.
‒Nada se compara con la madre de nacimiento. ‒ Dijo emocionada. ‒ Conmigo llora día y noche, le da lástima a todo el mundo.
Li Wei Yang estudió el aspecto de Jiang Yue Lan que estaba pálida y llena de ojeras. La joven sabía que el verdadero motivo por el que estaba devolviéndoles a su hermano pequeño era que Li Xiao Ran prefería ir con Si Yiniang antes que con ella por culpa de los llantos de la criatura y la nueva esposa temía perder su favor. También corrían rumores de que en lugar de cuidarle, Jiang Yue Lan le pinchaba los pies con agujas cada noche para que llorase con más fuerza y eso tiró por los suelos todo su trabajo. Hasta su marido le recordaba a menudo que su deber como matriarca era ser buena con los hijos de las otras concubinas.
Una vez se hubo marchado, Min Zhi se centró en su madre y sonrió. Tan shi corrió a abrazarle y le besó la carita, las manos y el cuello entre risas y lágrimas.
‒¿Ya está curado? ‒ Preguntó Wei Yang sin saber describir la calidez que sentía en el pecho.
‒Le han recetado medicinas y la erupción ya está curada. ‒ Respondió Bai Zhi en voz baja.
Li Wei Yang asintió con la cabeza y se volvió para su hermanito. Qi Yiniang odiaba haber tenido que implicar a su hija para conseguir que Min Zhi volviese con ella, sin embargo, necesitaba saciar su curiosidad.
‒¿Cómo lo has conseguido, Wei Yang?
‒Dejadnos a solas. ‒ Ordenó.
Las criadas se retiraron en silencio y Li Wei Yang se acercó a la cuna. A continuación, le ofreció un chupete a su hermano que intentó cogerlo entusiasmado.
‒A Min Zhi le encanta la malta, pero como es muy pequeño no puede comer demasiada. No obstante, he ido rociando a las niñeras o las cucharas con sirope para que lo pueda disfrutar un poquito. Así que ha acabado esperando que se lo den cada día; lo espera con más ganas que la leche. ‒ Min Zhi sonreía encantado. Li Wei Yang le pellizcó una mejilla y continuó hablando. ‒ Pero cuando Jiang Yue Lan se lo llevó nadie le daba. Si le hubieran dado un poco habría dejado de llorar.
‒¿Y ya está? ‒ Tan shi no se lo podía creer.
‒Claro, ¿qué más quieres? ‒ Li Wei Yang rio.
Li Wei Yang sabía que llegaría el día en que intentarían arrebatarle a su hermano en cuanto nació, así que llevaba preparándose desde el primer día. Por eso tanto ella como su madre solían rociarse malta por encima. Y eso no era todo: a Jiang Yue Lan le gustaba el incienso de madera de agar, por lo que cada vez que la niñera le daba el pecho a Min Zhi, a mitad de la sesión, Li Wei Yang le ordenaba a Bai Zhi llevarle un poco de incienso y a la niñera que dejase de alimentarlo, de esa manera el bebé ató cabos y comprendió que cada vez que olía a ese tipo de incienso, no podía comer. Es difícil cambiar las manías y los niños son como cachorros: si le quitan la comida, acabarán odiando la causa. Por muy bien que Jiang Yue Lan le tratase, no conseguiría acabar con el mal hábito que Wei Yang le había creado a su hermanito.
Li Wei Yang no podía confesarle sus malas hazañas a Tan shi, la buena mujer seguía siendo una madre y como tal, se preocuparía. Pero ella, personalmente, creía que el ingenuo de Min Zhi necesitaba un poco de disciplina.
Min Zhi, ignorando lo que su hermana le había hecho, le sonrió.
‒¿Qué haremos a partir de ahora? ‒ Tan shi estaba preocupada. ‒ Cuando cumpla los tres o los cuatro años ya no podremos usar tácticas como esta.
‒Jiang Yue Lan tendrá un hijo propio dentro de poco tiempo. ‒ Aseguró su hija. ‒ Y aunque no lo tenga, no tendrá tiempo de ocuparse de Min Zhi.
A LI Wei Yang le hervía la sangre de sólo pensar que alguien había osado utilizar a Min Zhi para provocarla. La verdad a veces no se encuentra a simple vista, en algunas ocasiones hay que pararse a pensar quién se beneficia más del asunto. Por supuesto, la que más sacaba de la mala suerte de Jiu Yiniang era Jiang Yue Lan, pero a ésta le gustaba tramar sus planes con esmero. Así que, por eliminación, la siguiente sospechosa era Li Zhang Le.
Li Wei Yang había ordenado investigar la tienda en la que Lao Furen había encargado el collar de oro, por desgracia, el dueño era otro y el hombre que había derretido el collar para Jiu Yiniang había fallecido por enfermedad. Cada vez era más misterioso.
‒Tengo que hacer una cosa, me voy. ‒ Anunció Wei Yang.
Tan shi se miró a su hija sorprendida. Se preguntaba a dónde iría con ese temporal, pero acabó sonriendo.
‒Hace frío, llévate un calentador de manos.
‒No hace falta. ‒ Li Wei Yang sacudió la cabeza y salió de la habitación.
La joven se estremeció al llegar a las puertas y sentir una ráfaga de viento frío sobre su piel.
‒¿A dónde vamos, xiaojie? ‒ Preguntó Bai Zhi que se acercó corriendo a ponerle una capa por encima de los hombros.
‒A ver a Jiu Yiniang.
‒Pero está encerrada, xiaojie. ‒ Tanto Bai Zhi como Zhao Ye se sorprendieron. ‒ Laoye ordenó que-…
‒Padre no dijo en ningún momento que no podía ir a interrogarla. ‒ Contestó despreocupadamente Wei Yang.
‒Con el frío que hace…
‒Da igual, vamos.
‒Sí.

No se veía a ni un alma. Quizás porque a nadie le apetecía salir por la nieve. Li Wei Yang anduvo por el patio de Jiu Yiniang aferrándose a su capa. A lo lejos vislumbró una silueta despeinada que arrastraba los pies, como si cojease. Cada vez se le acercaba más y más vestida con poca ropa. Minutos después, estuvo claro que la persona en cuestión era Jiu Yiniang con sus pijamas.
¿Cómo podía ser que Jiu Yiniang estuviese correteando fuera a solas? ¿Cómo podía ser que hubiese conseguido escabullirse sin que nadie la viese? ¿Por qué estaría fuera con este tiempo?
Zhao Yue desenvainó su espada instintivamente, vigilándola con la mirada. Jiu Yiniang, que ya las había visto, estudió a Li Wei Yang unos instantes antes de estallar en sonoras carcajadas mientras aplaudía.
Su rostro demacrado y sin vida era idéntico al de Li Chang Xi.
‒¡Jajaja! ¡Con que eras tú! ‒ Jiu Yiniang esgrimió su dedo flacucho. Las manos de esta mujer siempre habían sido increíblemente finas y hermosas, pero ahora habían acabado en un estado terrible, cubiertas barro y sangre. ‒ ¡Te conozco! ¡Eres la increíble San xiaojie! ¡Ah, no! ¡Li Wei Yang! ¡La portadora de desgracias!
Li Wei Yang alzó las cejas. ¿Jiu Yiniang había perdido la cabeza?
Zhao Yue quiso evitar que la concubina se les acercase, pero Li Wei Yang sacudió la cabeza. Jiu Yiniang continuó riéndose con los ojos extrañamente iluminados.
‒Niña, ‒ empezó a susurrar como quien le habla a un bebé. ‒ ¿no eres tan lista? ¡Pues sálvame! ¡Sálvame! ¡No te he hecho nada! Sólo quería hacerle uno igual a Jing er. ¡No te he hecho nada!
A pesar de que las verborreas de una demente no eran de fiar, la intuición de Li Wei Yang le aseguraba que la concubina no mentía.
‒¿Dónde están los criados? ¿Os habéis muerto o algo?
No alzó la voz demasiado, pero siete u ocho criados salieron a recibirla atemorizadas.
‒¡¿No se supone que tenéis que vigilarla?! ¡¿Qué estabais haciendo?!
Las cuatro criadas de mayor rango se disculparon de rodillas. Al parecer, habían conseguido vino en algún lugar y por eso habían decidido escabullirse un rato para disfrutar de su bebida y de una buena partida de cartas.
‒¡Perdónenos, Xian Zhu! Hace demasiado frío. Estábamos muriéndonos. Creímos que como Jiu Yiniang no está bien de la cabeza, no escaparía, pero-…
‒¡Llevadla dentro, rápido! ‒ Ordenó Wei Yang con una mirada glacial.
Las criadas obedecieron sin rechistar mientras que una duda les carcomía: ¿por qué la Xian Zhu trataría también a la persona que había intentado herir a su hermano? No obstante, la concubina enloquecida escapó de la multitud balanceando los brazos. Por suerte, consiguieron atraparla en la nieve.
‒Haz que tu hermano mayor la vigile. ‒ Ordenó disimuladamente la muchacha.
‒Sí. ‒ Respondió Zhao Yue.

El mal presentimiento de Li Wei Yang no tardó en convertirse en una realidad: al día siguiente Jiu Yiniang apareció muerta en su habitación.
‒El médico dice que se ha suicidado tragando oro. ‒ Anunció Li Wei Yang lentamente.
‒No, ‒ Zhao Nan sacudió la cabeza. ‒ me he pasado todo este tiempo vigilándola. Si se hubiese suicidado lo habría visto.
‒Claro que no se ha suicidado, la han asesinado. ‒ Suspiró la inteligente señorita.
‒Lo comprobé, y la cena no estaba envenenada… Pero dejó de respirar al cabo de seis horas. Al principio he sospechado que la habían envenenado, así que he revisado cualquier rastro que hubiese quedado. Después he registrado su cadáver y parecía dormir, como si no le hubiera dolido nada.
‒Entonces nos enfrentamos a un uso peculiar el veneno.
Habiendo vivido en palacio, Wei Yang conocía un sinnúmero de venenos que no dejaban rastro y que, en su mayoría, contenían arsénico. Por lo que no le sorprendió que su criado no hubiese sido capaz de detectar nada.
‒Hemos perdido nuestra única pista. ‒ Zhao Nan frunció el ceño.
Los problemas de esa mansión sólo le daban dolores de cabeza al muchacho. Era incapaz de entender cómo podía ser que alguien muriese de la noche a la mañana sin que nadie lo notase. Personalmente, prefería ir al campo de batalla, pues ahí veías de dónde provenía la flecha.
‒¿No os ha parecido a ninguno que es raro que Jiu Yiniang se hubiese vuelto loca? ‒ Preguntó la Xian Zhu.
‒Gozaba de buena salud, pero en cuanto se marchó del patio He Xiang se convirtió en otra persona.
‒Li Xhang Xi perdió la cabeza por el trauma que le ocasioné, ¿pero qué le pasó a Jiu Yiniang?
‒A lo mejor… Cometió una falta gravísima y temía que la castigaran… ‒ Supuso Bai Zhi.
‒Si fue lo suficientemente valiente como para hacerlo, sabía sus consecuencias. ¿Cómo iba a volverse loca con tanta facilidad?
Bai Zhi no dijo nada más, a ella también le parecía que había gato encerrado en todo aquello.
‒Pobre Liu xiaojie, ha perdido a su madre tan pronto… ‒ Suspiró Mo Zhou.
‒En realidad es algo bueno para ella. ‒ Li Wei Yang sonrió. ‒ Aunque Jiu Yiniang era astuta y hermosa, no venía de una buena casa y era muy manipulable. Liu meimei habría acabado en medio de muchos marrones por culpa de su madre. Ahora que está muerta, Jiang Yue Lan tendrá que ganarse la imagen de buena madre delante de todos, así que la tratará bien.
‒Tienes razón. ‒ Asintió Bai Zhi.
‒A saber lo que piensa la nueva Furen. ‒ Mo Zhou no estaba de acuerdo. ‒ ¿Y si la mata?
‒Tonta, ¿para qué iba a hacerle algo a Liu meimei? Es la hija de una concubina. ‒ Li Wei Yang rio. ‒ Cuando crezca sólo tendrá que darle una pequeña dote y punto. Incluso puede usarla para mejorar el interés de la familia. Por supuesto, habrá que criarla con cuidado… Por el bien del buen nombre de Jiang Yue Lan, pero Min Zhi es otro cantar…
Al ser un chico la familia debía ayudarle económicamente hiciera lo que hiciese, también existía la posibilidad de que superase el estatus del hijo legítimo y, como tal, terminase luchando contra sus hermanos por ser el heredero. De hecho, esto ya se había visto en la prefectura de Zhangsou. Liu Fang, hijo de una concubina, había sido criado por la madre legítima desde pequeño, pero con el tiempo acabó pidiéndole al emperador que le permitiese traer consigo a su madre biológica ‒ hecho que consiguió  gracias a su buen trabajo ‒ y así disfrutar juntos de su riqueza. Sin embargo, la madrastra y legítima esposa de su padre se enfureció y ordenó que ahogasen a la concubina.
Li Wei Yang reflexionó, miró las ramas nevadas por la ventana y comentó:
‒Es la última nevada del año.
Bai Zhi y Mo Zhou intercambiaron unas miradas sin entender qué quería decir su señora.
Li Xiao Ran, como su hija Wei Yang, también creía que había gato encerrado en cuanto a la súbita demencia de Jiu Yiniang, por lo que mandó investigar si alguien la había envenenado. Cuando la concubina murió, el patriarca intentó continuar con sus inquirías, pero el dueño del taller había fallecido y no quedaban más testigos. La única pista que existía ahora era la criada, pero la sirvienta aseguraba que sólo sabía que Jiu Yiniang había envenenado a Si Shaoye. Ni siquiera torturándola consiguió que cambiase su versión de los hechos.
‒No va a funcionar. La criada dice la verdad, o al menos, eso cree.
‒¿Qué diferencia hay? ‒ Preguntó Zhao Yue.
‒Que en una versión vio a Jiu Yiniang metiendo el veneno y en la otra le hicieron pensar que Jiu Yiniang jugaba con veneno.
‒Entonces, ¿hay alguna manera de investigarlo?
‒Estoy segura que volverá a suceder. Si fingimos no saber nada el culpable volverá a las andadas.
‒Vigilaré a Si Shaoye bien de cerca. ‒ Zhao Yue asintió con la cabeza.
‒Xiaojie, ‒ Zhao Nan entró rápidamente y se arrodilló frente a Wei Yang. ‒ he investigado la comida de los últimos días de Jiu Yiniang tal y como me ordenaste… ‒ Le entregó un taco de papeles.
Li Wei Yang los hojeó, pero no vio nada fuera de lo común.
‒¿Qué pasa? No veo nada raro. ‒ Entonces, frunció el ceño. ‒ Ve a por un médico.
Zhao Nan respondió afirmativamente y desapareció durante dos horas. El sirviente apareció con un médico anciano y de pelo cano.
‒Le he dicho a los guardias de la puerta que estás enferma.
‒Eche un vistazo, por favor. ¿Ve algo raro en la comida? ¿Comer mucho de esto es dañino?
El médico temblaba por no saber qué estaba pasando, pero al ver los muebles lujosos del cuarto de la señorita lo comprendió, bajó la cabeza y no se atrevió a devolverle la mirada.
‒Esta tapioca al vapor… ‒ Empezó después de examinar las comidas del último mes de la concubina.
‒Es del pueblo natal de Jiu Yiniang, le encanta. Padre la mima tanto que ordena que se lo traigan hasta aquí, pero mientras estaba embarazada no lo comía. No es nada nuevo. ¿Por qué? ¿Pasa algo?
‒Las hojas, raíces y sus tallos son tóxicos, sobretodo las raíces frescas. Sus toxinas pueden quedar en la sopa. Un exceso puede causar la muerte, por eso a la gente no le suele gustar.
‒Esto es poco probable. ‒ Li Wei Yang frunció el ceño. ‒ Nuestros cocineros preparan los platos con mimo.
‒Este champiñón y este platillo… ‒ El viejo médico vaciló. ‒ Los champiñones poseen un tipo de colchicina que puede llevar dañar el sistema digestivo si no se cocina bien o si se come demasiado. La gente normal puede comerlo sin problemas, pero si alguien frágil lo hiciese…
¿Frágil? Jiu Yiniang había dado a luz unos pocos meses antes, no estaba en su mejor momento y había consumido esos platillos casi a diario. Li Wei Yang se quedó mirando al anciano con incredulidad.
‒Yo mismo he visto a un paciente con hemorragia gastrointestinal estar perfectamente y morir ahogado al cabo de siete días…
Bai Zhi hizo una mueca de disgusto. ¡Qué osado! ¡Cómo podía describir algo tan horrible delante de su señora!
Li Wei Yang sacudió la cabeza. Eso no explicaba la muerte de Jiu Yiniang. Era absurdo asegurar que la joven había fallecido por las toxinas de unos champiñones. Nunca había visto a nadie morir por algo semejante. El médico sólo le contaba casos especiales. No, espera, ¿y si alguien hubiese cocinado la tapioca mal a propósito?
‒Es normal que no haya oído hablar de algo así a su edad, xiaojie. ‒Continuó el anciano. ‒ De joven trabajaba examinando cuerpos para la corte imperial. He visto con mis propios ojos todo tipo de formas de matar. Tome de ejemplo este platillo de cerdo asado y patatas. Las flores, hojas, raíces y especialmente los cogollos de las patatas tienen muchas toxinas. Las partes negras son altamente toxicas. Se puede matar a alguien si se usa bien. Claro, que primero hay que practicar y conseguir acceso a la comida de la víctima…
Li Wei Yang lo entendió todo e hizo un gesto con la mano para que Bai Zhi le dejase una enorme bolsa de plata en la mano al médico. El anciano entró en pánico.
‒Esto… Todavía no he revisado a nadie, no puedo aceptar tal cantidad de dinero…
‒Gracias por aclarar mis sospechas.
El viejo doctor estaba asustado. Hizo ademán de decir algo más, pero Zhao Nan le llevó a la puerta.
‒¡Qué miedo da lo que dice ese hombre! ‒ Murmuró Bai Zhi. ‒ ¡Comemos todo lo que ha mencionado a diario y nunca he visto a nadie que muriese de ello!
‒Por supuesto, para usar todo eso como se debe habría que conocer a la perfección la condición de Jiu Yiniang. No puede hacerlo cualquiera. Mucho me temo que en esta casa ha aparecido un experto en veneno.
‒Entonces-… ‒ Zhao Yue se quedó de piedra.
‒¡Y yo sé porqué esa persona querría entrometerse con los Li! ‒ Una luz gélida cruzó la mirada de Wei Yang.

Lejos de allí, en otra finca de la capital Zhou Tian Shou cruzó las puertas del salón a paso ligero y saludó al joven allí presente.
‒Déjese de formalidades, líder taoísta. ‒ El joven se dio la vuelta y sonrió.
Por algún motivo que desconocía ese joven hombre había invitado a Zhou Tian Shou, que siempre había vivido en las montañas. El monje no se había visto rodeado de tanto lujo en su vida: el lecho era de palisandro, los biombos estaban curtidos de oro, las cortinas de seda habían sido bordadas minuciosamente e incluso sus pijamas eran de la mejor de las telas. A pesar de que con ese temporal era consciente que encontrar verduras frescas era mucho más difícil que conseguir ginseng u orejas de mar, su mesa siempre estaba plagada de platos vegetarianos. Cegado por la extravagancia, no daba crédito a su buena suerte. No obstante, había algo que le inquietaba: no sabía lo que su benefactor quería de él.
‒Me gustaría que se marchase. ‒ Anunció el hombre joven.
Zhou Tian Shou se sorprendió. ¿Cómo podía abandonar semejante paraíso?
‒No me malinterprete. ‒ Continuó el hombre que apenas había visto una vez. ‒ No tengo segundas intenciones, es sólo que va a venir alguien a buscarle para que entre a palacio.
‒¡¿A palacio?! ‒ Zhou Tian Shou no podía estar más atónito. ‒ ¿Yo?
‒Exacto. ‒ El joven sonrió.
Zhou Tian Shou tuvo un presentimiento extraño. El desconocido era un hombre joven, atractivo y, sin lugar a duda, noble. Sus cejas parecían montañas, sus ojos un pozo en otoño y el resto de sus rasgos habían sido esculpidos con mimo, pero lo más intrigante era su destino… Zhou Tian Shou se hacía una idea de su verdadera identidad, se le daban bien las caras, pero hay muchas cosas que, aunque visibles, es mejor no decirlas.
‒Vuelva a su hogar, líder taoísta.  ‒ Continuó. ‒ Su Alteza el príncipe Qi le invitará a ir a palacio dentro de tres días.
‒A palacio… ‒ Zhou Tian Shou habló atemorizado. ‒ Mi maestro… ‒ Su maestro le había aconsejado que no se involucrase con las altas cunas, que los asuntos de palacio eran demasiado complicados. Sin embargo, también era consciente que su maestro temía que le arrebatase su estrellato.
‒Cuando llegues a palacio nos encargaremos de todo. Pero si quieres superar a tu maestro ante Su Majestad, tendrás que regalarle algo único.
‒¿Qué puedo hacer? Sólo soy un simple taoísta. ‒ Contestó Zhou Tian Shou, perplejo.
‒Ah, sobre eso… ‒ El joven sonrió. ‒ Ya he preparado uno en tu nombre.
Zhou Tian Shou siguió la mirada del hombre fuera de la ventana y se fijó en una bellísima mujer. Hasta él mismo, que tenía votos de castidad, supo admirar su hermosura: manos suaves, tez blanca, bellísimos ojos y cejas, y una sonrisa encantadora y astuta que hacía estremecer a todo aquel que la mirase.
‒Esto es-…
‒Al Emperador le hace falta una belleza sin rival a su lado, ¿no cree?

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