Capítulo 29

diciembre 02, 2018


–¡Feng Fei! – El delegado de la clase de al lado se dejó caer por el baño y le llamó. – ¿Qué te parece si quedamos para nochebuena?
Feng Fei recordó lo ocurrido en la última quedada, hizo una pausa y preguntó:
–¿Dónde quieres ir? ¿Con quién?
–A los baños termales de Mujia.  – Contestó el delegado con alegría. – Venga, vamos. Puedes traerte a He Hao y a alguien más de la clase. Pero sin pasarte, si es un grupo pequeño será más divertido.
No sería la primera vez que Feng Fei fuese a los baños.
–Si quieres voy y me traigo a un amigo, – accedió pensando en Hai Xiu. – pero no nos quedaremos a dormir.
–¿Y por qué no? – Dijo el otro chico con una mueca extraña. – Al día siguiente es domingo.
–Ni de coña. – Feng Fei sacudió la cabeza en negativa. – No nos podemos quedar.
–Anda ya, no seas así. Venga. – El delegado le insistió entre risitas. – Sé que puedes. Te lo pasarás de miedo. ¿Y tú amigo qué? ¿Le conozco?
–No sé, es el chico que se sienta conmigo. – Feng Fei recapacitó unos instantes y le advirtió. – Métete esto en la cabeza: nada de bromitas. Como alguien se atreva a molestarle me cabrearé muchísimo.
–¿Quién iba a ser tan idiota como para meterse con alguien que no conoce? Aunque tampoco estoy seguro de quién me hablas… Es Hai Xiu, ¿no? El que no habla mucho, tiene la piel blanca y clara. Los profesores siempre hablan de él, saca muy buenas notas.
–Bueno, – Feng Fei asintió con la cabeza. – me tengo que ir.
–¡Ven, eh!
Feng Fei le dedicó un gesto despreocupado y volvió a entrar en el aula.

–¿Tu madre estará en casa la semana que viene? – Feng Fei se dio la vuelta y le pinchó con la regla. – Es nochebuena.
Hai Xiu pensó durante unos instantes y sacudió la cabeza.
–No creo. Siempre le toca cerrar algún trato durante estas fechas, hay mucho trabajo.
–¿Te gustaría ir? – Feng Fei le explicó la sugerencia del delegado de la otra clase. – Si no quieres, les digo que no y ya está.
Hai Xiu estudió las posibilidades mentalmente antes de asentir con una gran sonrisa.
–Vamos… Vamos con ellos.
–¿De verdad quieres ir? – Feng Fei quiso confirmarlo otra vez. – No lo hagas por mí, a mí me da igual ir o no.
Hai Xiu hizo una pausa para repensárselo y terminó asintiendo.
–¡Tengo ganas de ir! En realidad… Me parece que salir con más gente es algo bueno.
¡Menuda mejora! ¡El mismísimo Hai Xiu estaba dispuesto a interactuar con otras personas!
–¿Te parece bueno porque la última vez te planté un beso? – Bromeó Feng Fei, más aliviado.
Hai Xiu tenía “culpable” escrito en la frente, le tapó la boca con las manos y susurró:
–Baja… Baja la voz.
–¿Quién me va a oír? Están todos fuera. – El resto de sus compañeros había salido de clase como espíritu que lleva el diablo en cuanto había sonado la campana. Feng Fei rozó los labios de Hai Xiu mientras hablaba. – Si quieres otro beso y no encuentras más excusas… ¿Sabes nadar? Podemos colarlo como si fuera RCP.
–Sí sé nadar.
–¿Qué? – Aquello pilló por sorpresa a Feng Fei. – ¿Desde cuándo?
–En primaria mi padre solía llevarme a pescar con él. – Explicó el otro chiquillo. – Un día me caí al agua sin querer mientras él hablaba y fumaba con los demás.
–¿Era muy profundo?
–No mucho… Menos de dos metros… ¿tal vez? Por suerte un salvavidas me sacó y cuando volví mi madre me apuntó a clases de natación. Tuve que aprender en menos de un mes.
¡La imagen de Hai Xiu de pequeño aprendiendo a nadar con su flotador de patito era tan terriblemente adorable…! Aun así, Feng Fei se formó una idea desdeñosa de su padre.
–No te perdería de vista si supiera que no sabes nadar y te llevo a algún sitio con agua…
A Hai Xiu ya no le importaba, lo había dejado atrás, así que no se molestó en contestarle.
Feng Fei habría jurado que Hai Xiu no sabía nadar. Y de ser así, habría estado deseando encontrar el momento ideal para meterle mano mientras le enseñaba.  
–Creo que es la semana que viene, – explicó. – Podemos volver por la noche.
–Si te parece bien, por mí vale. – Hai Xiu asintió.
–¿Desde cuándo eres tan obediente? – Justo en ese momento sonó el timbre. – Bueno, a concentrarse.
Hai Xiu así lo hizo y, en cuestión de segundos, estaba sumido en la lectura.

La clase agotó a Feng Fei completamente. El zagal tiró el libro de cualquier manera, agarró a Hai Xiu, le ayudó a ponerse la bufanda y el abrigo y salió de la clase. En la entrada del colegio les esperaba un taxi para llevarlos a casa.
–Sí, no pasa nada. – Hai Xiu aprovechó para llamar a Jiang Yu Man mientras Feng Fei se relajaba con un baño. – Está cerca, a unos diez minutos. – El chico estaba sacando las cosas de la mochila. – Sí, sí. Ya lo sé. Buenas noches, mamá.
–¿Te ha llamado tu madre? – Feng Fei salió del baño y lo vio colgar.
–Sí, vuelve mañana. – Respondió Hai Xiu. – No se fía de mí. – Bromeó. – Me ha dicho que me porte bien, no te moleste mucho y que me vaya a dormir temprano.
–Qué amable es. – Feng Fei se quitó el albornoz y se paseó por la habitación en calzoncillos. – ¿Tienes hambre?
Hai Xiu sacudió la cabeza y no pudo evitar admirar el cuerpo de Feng Fei. Poco después, recordó lo que tenía en la cartera y se lo dio.
–Mi madre me ha pedido que te lo dé.
Feng Fei abrió la cartera y la volvió a cerrar de inmediato.
–Quédatelo. – Se sentó en la cama y soltó una carcajada. – Tómatelo como si te estuviese dando la paga.
–Pero mi madre me ha dicho que-… – Replicó Hai Xiu.
–Ya sé lo que te ha dicho tu madre. – Feng Fei le interrumpió. – ¿Cómo puedes ser tan tonto? Aunque no me lo dieras, no se enteraría.
–Es para pagar los gastos de vivir aquí. No paras de comprarme comida…
–¿Me estás replicando? – Feng Fei chasqueó la lengua. – Dime… – Tiró del brazo de Hai Xiu y le obligó a sentarse en su regazo. Hai Xiu quería que se lo tragase la tierra e intentó levantarse otra vez, pero Feng Fei lo sujetó con firmeza por la cintura. – ¿Por qué no te has resistido durante el apagón? – Le acarició la frente con la suya. – Si te beso… ¿me dirás la verdad? –Hai Xiu, en realidad, se había asustado durante el apagón, pero no podía negar que le había gustado. – Bueno, volviendo al tema. Si le devuelves el dinero a tu madre se sentirá mal. – Cambió de tema como si no hubiese pasado nada. – Tal y como es tu madre, a lo mejor no vuelve a dejar que te quedes si insistes en devolvérselo. – Continuó. – ¿No sería una pena? – Le puso la cartera en la mano. – Además, no sabe qué relación tenemos. ¿De verdad quieres que empecemos a hablar de quién le debe a quién cosas? ¿Estás de coña? Quédatelo y gástatelo en cosas para ti.
Hai Xiu cedió. Sabía que Feng Fei no aceptaría el dinero bajo ningún concepto, así que se le ocurrió que podría comprarle algún detalle.
–No voy a pedirte dinero. Cuando nos graduemos, buscaré trabajo y te seguiré dando. – Feng Fei le guiñó el ojo. – En mi casa lo normal es darle el dinero a la mujer.
Hai Xiu quiso negarse, pero la idea de vivir juntos le parecía demasiado dulce.
–Venga, se está haciendo tarde. – Feng Feng le acarició la mejilla. –  A la cama.

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