114: Planes de boda

octubre 17, 2019


 –¿Sigues enfadada…? – Preguntó Tuoba Zhen con firmeza.
–¿Enfadada? – Li Wei Yang se lo miró perpleja. – No sé a qué se refiere, Su Alteza.
–La última vez que nos vimos fui demasiado duro, – Tuoba Zhen esbozó una mueca amarga. – pero nunca te habías enfadado durante tanto tiempo.
Aquello dejó atónita a Wei Yang que ni siquiera recordaba la última vez que se había topado con Tuoba Zhen y, mucho menos, se tomaba a pecho nada de lo que el príncipe pudiese decir.
–Nunca me he enfadado con usted, señor. – Li Wei Yang omitió que no valía la pena.
–Me alegra oír eso. – Dijo Tuoba Zhen, sonriente. – Me preocupaba que me guardaras rencor. En el banquete no me dirigiste la mirada.
Su mano derecha acababa de fallecer y este muchacho todavía tenía las agallas de presentarse en la finca de los Li. Li Wei Yang admiró el ahincó del príncipe, pero no lo elogió.
–Voy a por mi hermana, espere aquí un momento, Su Alteza. – Anunció antes de hacer ademán de levantarse.
–¡No te vayas! – Tuoba Zhen le barró el paso. – ¡Escúchame! – Tuoba Zhen estudió la frialdad de Wei Yang que se había detenido y continuó. – …No he venido a ver a tu hermana, sino a ti.
Li Wei Yang arqueó las cejas y todo un abanico de expresiones danzaron en su rostro – sorpresa, sospecha, mofa – hasta reducirse a simple apatía.
–Sé que no te he tratado bien hasta ahora, pero eso es porque nunca he podido confiar en nadie. Jamás he tenido a alguien a mi lado que no pudiese usar, hasta el punto de que lo primero que pensé al conocerte fue si me servirías de algo o no. – Confesó Tuoba Zhen a trompicones.  – Sé que he sido desdeñoso contigo. Sí quiero desposarte, pero para cuando me convencí de ello ya había pasado lo de madre y… No sé cómo explicártelo, pero necesito que sepas que lo que siento por ti es real. Nunca me había sentido así… – Tuoba Zhen se interrumpió.
Li Wei Yang escuchó su discurso atentamente. La expresión del muchacho demostraba amor y preocupación, su palabrería era tremendamente convincente y, de no conocerle lo suficiente, seguramente se lo habría tragado.
–No me casaría con tu hermana ni por todo el oro del mundo, ni aunque eso significase enemistarme con el primer ministro o ganarme el odio de todos. Sólo quiero casarme contigo. Le rogaré a padre que me permita casarme contigo, que te haga mi primera esposa. Perdóname por haber sido tan arrogante, por favor. No sé amar, sólo sé pisotear y batallar… Por eso no te he tratado como se debe, ni siquiera me conozco a mí mismo. No estaba seguro de si te amaba o aborrecía. Pero ahora lo estoy. Desde ahora, te trataré bien y aprenderé a quererte. ¿Estarías dispuesta a darme una oportunidad?
Li Wei Yang estudió al príncipe sin abrir la boca, pero el muchacho malinterpretó su silencio como un acto alentado para que continuase.
–Dejemos el pasado atrás. Podemos conocernos de nuevo. Yo no seré un príncipe y tú no serás una Zian Zhu, sólo un hombre y una mujer que se encuentran de pura casualidad. Sólo tienes que pensar en que yo soy Tuoba Zhen y tú, Wei Yang. Con eso basta. Ignora lo que sabes sobre estatus, quiero que conozcas a mi verdadero yo, ¿vale?
Li Wei Yang guardó silencio unos instantes más antes de romper a reír.
–¿Le parece apropiado presentarse aquí a confesarse cuando su madre adoptiva acaba de fallecer, Su Alteza?
–He venido a confesarte una cosa, Wei Yang. – Tuoba Zhen hizo una pausa. – Lo de ayer no fue un accidente. Los Jiang sobornaron a Yin Tian Zhao para que te acusase de ser un pájaro de mal agüero y conseguir que padre te aniquilase. Todo para vengarse de Jiang Rou. No te voy a engañar: mi madrastra también participó en el plan. Me disculpo en su nombre. Mi madrastra sólo esperaba que así yo ganase el apoyo de los Jiang. Sinceramente… No iba a decírtelo, pero no podía apaciguar mi conciencia. Cuando madre murió ayer tan trágicamente me pregunté si podría aceptar verte morir de una forma similar… Sólo de pensarlo se me rompe el corazón. Si murieses ante mí me sentiría impotente. Por eso, si estás dispuesta, me encantaría ayudar a acabar con la mala sangre entre los Jiang y tú…
A cualquier otra joven le habrían conmovido sus palabras, no obstante, Wei Yang se limitó a suspirar y decir:
–¿Por qué se molesta en gastar saliva, Su Alteza? Sabe perfectamente que no apoyamos las mismas causas.
Tuoba Zhen empalideció y le temblaron los labios. La incredulidad de la muchacha fue un golpe duro.
–Ya te he dicho porque me molesto en hacerlo.
–Soy consciente de que, para un hombre corriente, el amor es lo más importante. Sin embargo, usted es un príncipe, mi señor, su máxima prioridad es el poder. – Sostuvo Wei Yang.
–No te voy a pedir que me aceptes ahora mismo, pero me hieras de esta manera, por favor. Te suplico que no vuelvas a caminar junto a mi séptimo hermano. No me importa que le ayudes, pero no quiero ver a la mujer a la que amo al lado de otro que no sea yo.
–Su Alteza, – Empezó Wei Yang con los ojos gélidos. – el único capaz de decir algo así sin sentir remordimiento ninguno es usted. Si no tiene nada más que decir, me retiro.
Tuoba Zhen se la miró anonadado. Creyó que su confesión la ablandaría o emocionaría, y, sin embargo, su indiferencia era total. Pensó que la muchacha entrevería lo que sentía en realidad, pero ni siquiera vaciló. ¿Por qué? Todas las mujeres se tragaban estas cantatas, ¿no? Era la primera vez que fracasaba tan estrepitosamente.
–Wei Yang, – dijo con expresión severa. – lo único que quiero es no arrepentirme de nada. Si anoche te hubieran condenado a muerte, no habría podido soportarlo. ¡No sabes cuánto me apena la muerte de mi madrastra! El recuerdo más vivo que tengo desde mi niñez es mi madre llorando. Padre se encaprichó de ella por su belleza y melodiosa voz y, al final, le concedió el título de concubina. Cuando mi madre cantaba conseguía olvidar mi desdicha. Por desgracia, lo único que poseía era el favor de mi padre, de los demás sólo recibía burlas, mofas y odio o envidia. La única persona que no la maltrataba era la Consorte Wu. Si no fuera porque la Consorte me acogió y convirtió en mi nueva madre después de que culpasen a la mía por un crimen que no cometió-… – A Tuoba Zhen le temblaba la voz. – Vi como los eunucos estrangulaban a mi madre con cuatro años. Sólo pude temblar y llorar. Da igual cuánto la llamase o la sacudiese, mi madre no se despertó.
Li Wei Yang le miró. Era la primera vez que su exmarido le contaba esta historia.
–¿Por qué yo, que soy un príncipe, alguien de alta cuna, he tenido que pasar por esto? ¿Por qué el príncipe heredero puede gozar de todo aquello que desee, pero a mí me arrebataron a mi madre? ¿Por qué el mundo es tan injusto? ¿Por qué se me trata así? – El joven apretó los puños. – ¡Me parecía un ultraje, así que, volví con la consorte Wu y le prometí que sería el hijo que se merecía para acabar descubriendo que fue ella la que inculpó a mi madre! Llevo todos estos años aguantando la humillación que eso supone, le he hecho caso en todo lo que me decía. Ella fue quien acordó con el Primer Ministro Li que me casaría con tu hermana, ¡y si acepté, fue porque la consorte era un peón que necesitaba para poder subir otro peldaño! No sabes cuán grande era mi dilema: esa mujer inculpó a mi madre, pero a mí me trataba con mimo. No pude culparla, no podía odiarla. ¿Me oyes, Wei Yang? No podía ni dormir. Ayer cuando me enteré de que madre quiso atacarte fue la primera vez que casi me interpongo en su camino. Por ti. ¿Te das cuenta de que es la primera vez en todos estos años que se me ha pasado por la cabeza enfrentarme a ella? Menos mal que estás bien, si no, lo habría pasado fatal…
Li Wei Yang estalló en sonoras carcajadas hasta el punto de que se le saltaron las lágrimas.
–¿De qué te ríes? – Le preguntó Tuoba Zhen, incrédulo.
–Guárdese tanta palabrería para mi hermana, Su Alteza. – Contestó la muchacha secándose las lágrimas y con tono burlón. – Tu prometida es ella. Me encantaría solucionar nuestras diferencias, pero nuestro estatus es distinto, así que, por favor, manténgase alejado de mí. Que usted me ame o no, no es asunto mío y menos no podría importarme su pasado, señor.
–¡¿No te crees nada de lo que te he dicho?! – Exclamó el príncipe ocultando su ira a duras penas.
–Claro que sí, por supuesto. – Li Wei Yang sonrió lentamente mientras admiraba una paloma a lo lejos. – Sé que lo del banquete y lo de su madre es cierto de la misma manera de que lo de no saber qué hacer conmigo también lo es.
Por desgracia, el único propósito de esas palabras eran conseguir que Wei Yang cediese. Da igual si todas aquellas experiencias habían significado una puñalada, mientras pudiese usarlas para conseguir lo que deseaba, nada más importaba. Tuoba Zhen era ese tipo de persona: cruel, despiadado.
–Que le crea o no, no importa. – Wei Yang suspiró. – Porque si su amor es real o, simplemente, quiere conseguir algo no me podría importar menos; porque yo no le amo, ni le amaré jamás, mi señor. Por mucho que me entregue su corazón, diga las palabras más bellas o me honres con hazañas, no le amaré. Deje de perder el tiempo y su esfuerzo en algo imposible. Le sugiero que emplee toda esa dedicación en otra doncella que le pueda ser más útil y en la que realmente surja efecto.  – Dicho esto, Li Wei Yang se retiró acompañada de sus dos criadas.
Tuoba Zhen se quedó ahí parado, aferrándose el pecho con la mano derecha, frunciendo el ceño y jadeante. Sí, todo había sido una pretensa para Wei Yang que había planeado. La consorte Wu no había sido más que otro peón en su estratagema y su objetivo era la vida de Wei Yang porque la moza había osado rechazarle. El fracaso de la noche anterior le había ayudado a percatarse del valor de Li Wei Yang. No podía dejar escapar a una mujer capaz de desbaratar su plan maestro. Estaba convencido de que toda mujer era débil. Incluso una mujer tan arrogante como esta, debía tener puntos flacos y si usaba bien sus cartas podría conmoverla y conseguirla. A diferencia de Tuoba Yu, tanto su estatus como su predisposición para hacer lo necesario para lograr sus metas era similar. Esos puntos en común ya suponían una ventaja. Estaba seguro de que conseguiría traérsela a su lado y aprovechar su inteligencia. No obstante, Tuoba Zhen no entendía nada. ¡Nada! Después de todo lo que le había admitido, después de abandonar su orgullo, la muchacha continuaba siendo indiferente a todo. ¿Acaso no quería romance como el resto? ¿Por qué se rehusaba con tanta firmeza? ¿Por qué había sentido una punzada en el corazón cuando la había visto dar media vuelta y marcharse impasible?
–¡No te acerques a Tuoba Yu, Li Wei Yang! – Tuoba Zhen, que había corrido las escaleras para perseguir a la doncella, advirtió. – ¡Me da igual qué relación tengáis entre manos, será mejor que se acabe desde ahora! – El príncipe había corrido tras ella y la sujetó por la muñeca, amenazadoramente.
En apenas un abrir y cerrar de ojos, Zhao Yue sujetaba la espada contra el cuello de Tuoba Zhen quien, por su parte, no se inmutó a sabiendas de que Li Wei Yang no permitiría que le matasen.
Así fue, Li Wei Yang no pudo dar la orden. Lo único que ese bastardo de Tuoba Zhen amaba era el poder. Si lograba hacerse con el trono, todo cuánto desease podría ser suyo, incluida ella misma. Lo odiaba, odiaba la idea de ser una marioneta que se moviese a su antojo. ¡Nunca más! ¡Nunca más se dejaría manipular! ¡Su vida era suya y de nadie más!
–¡Zhao Yue! – Dijo Wei Yang fríamente.
Zhao Yue movió sutilmente la espada y sorprendió a Tuoba Zhen con un dolor suave.
–Perdóneme por no poder acompañarle, Su Alteza. – Se disculpó Wei Yang zafándose del agarre del príncipe.
–¡No hay nada en este mundo que no pueda conseguir, Li Wei Yang! – La expresión de Tuoba Zhen era estremecedora. – ¡Tú también serás mía!
Li Wei Yang no se molestó ni en girarse para mirarle. La obsesión de Tuoba Zhen rozaba los límites. La muchacha era demasiado arrogante y, aunque por el momento la situación no le favorecía, las tornas cambiarían y ella acabaría perteneciéndole.

*         *        *        *        *

–Me he enterado de que te has resfriado, Xianzhu. No sabía qué hacer y estaba demasiado preocupada para quedarme de brazos cruzados, así que he venido a ver cómo estabas para quedarme tranquila.
Li Wei Yang estudió con la mirada a la mujer que tenía ante ella y sonrió.
–Qué atenta eres.
La cuarta concubina había sido madre dos veces, pero su cuerpo parecía haber borrado todo rastro de ello. Su apariencia era delicada como el mimbre y su palidez contaba con cierto atisbo de tristeza. ¿Por qué esta mujer que había logrado criar a dos hijas bajo el mando de Da Furen y que ahora se dedicaba a intentar ganarse el favor de la nueva matriarca llamaría a su puerta sin previo aviso?
–Gracias por preocuparte.
La concubina esbozó una mueca y continuó:
–La nueva matriarca le ha ordenado a Si Xiajie que preparase flores para Lao Furen, por eso no ha podido venir.
–No pasa nada. – Li Wei Yang le restó importancia al asunto moviendo la mano.
La concubina había conseguido sobrevivir durante todos aquellos años a pesar de su nacimiento humilde. Era buena improvisando en el momento, adivinando quién era el más fuerte de los residentes y arrimándose al árbol que más sombra daba. Siempre había estado dispuesta a sacrificarlo todo por sus hijas y, por supuesto, nunca se entregaba completamente a alguien, por eso había terminado colaborando con Wei Yang para acabar con la anterior matriarca. No obstante, con la llegada de la nueva esposa vio necesario alejarse para poder analizar y descubrir quién era más poderosa. Después de enterarse del golpe a los Jiang, la concubina llegó a la conclusión que Wei Yang era imparable, capaz de alcanzar sus metas sin cansarse e incluso cercana con la realeza.
–¿Te importa ordenarles a tus criadas que se retiren, Xianzhu?
Li Wei Yang miró de reojo a Bai Zhi que la entendió y echó al resto del servicio de la habitación.
–Hoy he venido a hablarte de un asunto importante. – Suspiró la mujer, aliviada.
Wei Yang no mostró interés ni curiosidad por sus palabras, se mantuvo neutral y eso inquietó a la concubina.
–¡Es sobre tu matrimonio!
Bai Zhi buscó la mirada de su señora alarmada.
–¿A qué se refiere…? – La joven sonrió inalterable.
–Eres astuta, Xianzhu, así que voy a ir directa al grano. Anoche a mi señor se le escapó algo mientras estábamos juntos. Los Jiang le han empezado a preguntar sobre tu matrimonio.
–¿Oh? ¿Sí?
–¿No quieres saber lo que les dijo tu padre, Xianzhu?
–Si padre hubiese aceptado cualquiera de sus propuestas, tú no estarías aquí. – Wei Yang continuó impasible.
La concubina se sobresaltó. Sí, sus acciones la habían delatado antes de empezar. Tal y como la muchacha afirmó, el padre no había dicho nada y ella no tenía ninguna información útil que proporcionarle. ¿Cómo podía ganarse su confianza si ni siquiera había logrado sorprenderla?
–A juzgar por tu expresión, supongo que he acertado.
–Sí.
–Si tienes algo que decir, ¿por qué no lo haces? No hace falta que te andes con rodeos absurdos.
La concubina se quedó helada. Abrió y cerró la boca varias veces, empezó a sentir escalofríos y se le puso la piel de gallina.
–Xianzhu, yo-…
–Toma un poco de agua. No te pongas nerviosa, si tienes algo que decir, dilo sin más. – Li Wei Yang esperó unos segundos a que la mujer bebiese un poco antes de proseguir. – Tu hija también está en edad casadera, ¿verdad?
–Pues…– La concubina empezó a sudar e inquietarse.
–Me parece que la idea es casarla como segunda esposa del quinto príncipe. – Comentó la joven como si nada.
–No se te escapa nada. – A la concubina le desapareció la sonrisa de los labios. – Sí, esa es la intención de la Furen.
–El quinto príncipe es honorable y sabio, es un buen partido. – Hizo una pausa. – La difunta matriarca pensaba igual, ¿verdad?
La nueva primera esposa estaba preparándose para usar a Li Chang Xiao como un peón reemplazable en cualquier momento. Era la hija de una concubina, Li Xiao Ran no le tendría lástima y la concubina jamás se había quejado. ¿Qué la habría hecho cambiar de parecer?
–¿Qué pasa? ¿No te gusta la primera esposa del príncipe?
El Emperador ya había elegido a la nieta del marqués Yong Ning como prometida para Tuoba Rui, el quinto príncipe. El único motivo por el que aquella concubina pudiese cambiar de parecer respecto al casar a su hija con la realiza debía ser la señorita Wu.
–Es una niña mimada y descarada. – Ahora que no valía la pena ocultar sus razones, la concubina confesó. – No hay ninguna criada que le haya durado más de seis meses y el marqués está desesperado, no sabe cómo hacerla entrar en razón. Al parecer, hasta intentó matar a su propia nodriza cuando se enteró de que se había chivado de sus malas hazañas a su padre. ¡A su propia nodriza! Si se porta así con la mujer que la ha cuidado desde bebé… ¿Cómo tratará a las concubinas de su marido? – Como Wei Yang guardó silencio, la mujer prosiguió. – Si Chang Xiao contase de una índole como la tuya, Xianzhu, no me preocuparía, pero la muchacha es frágil e incompetente. ¿Cómo va a ser capaz de consolidar su posición en la residencia del príncipe si ni siquiera ha sabido aprender mis trucos? Me aterroriza que pueda morir a manos de la consorte. Chang Xi está perdida, ahora mismo la única hija que me queda es Chang Xiao. ¿Qué será de mí si ella también se pierde por el camino? Xianzhu, sé que Chang Xi no fue buena contigo y que yo misma tiendo a ofender a los demás, lo reconozco. No obstante, no le temo a las represalias, haría cualquier cosa por sobrevivir y Chang Xiao es una niña buena que siempre se ha puesto de tu parte y jamás ha intentado hacerte mal. ¡Aunque sea porque es una de las hijas de los Li, te ruego que la ayudes! – Suplicó la cuarta concubina de rodillas y aferrada a la falda de la joven.
Bai Zhi corrió a ayudarla a levantarse mientras que la concubina la rechazaba tercamente. Hasta que Zhao Yue, a quién temía, no se adelantó para insistir, la mujer no se volvió a poner en pie.
–¿…Aceptas? – Preguntó vacilante viendo que la misma Wei Yang le ofreció la mano.
–¿Quieres que vaya a pedirle a Lao Furen que cancele el compromiso? – Suspiró al joven Wei Yang.
Tal y como la concubina había asegurado, Li Chang Xiao nunca había ido en su contra a pesar de los intereses de su madre o su propia hermana y, en efecto, en la su anterior vida Li Chang Xiao había perecido a manos de la infame Wu xiaojie.
–Haré lo que pueda. – Asintió. – Pero a Lao Furen este matrimonio también le parece idóneo. ¿Qué te parece si buscamos otra manera de conseguir nuestro objetivo?
–¿Otra manera? ¿Qué otra manera hay? ¡Si Lao Furen no colabora, Chang Xiao estará condenada a muerte! – vociferó la concubina.
–Señora mía, si el hecho de que el príncipe le había implorado al Emperador casarse con Li Zhang Le llegase a los oídos de padre, ¿no crees que se daría cuenta de que se convertiría en la habladuría de la Capital?
Li Xiao Ran era un hombre cauteloso. El quinto príncipe había pedido la mano de Li Zhang Le en el pasado, pero el Emperador le reprendió duramente. Si ahora los Li volviesen a presentarle a la casa real a una de las hijas en edad casadera, aquello podría levantar sospechas del monarca y, además, si todo aquello se filtrase las gentes empezarían a correr el rumor que las hijas de los Li debían tener algún defecto para ser rechazadas en dos ocasiones por la realeza.
–El matrimonio de las hijas es un asunto del que se encarga la matriarca, sin embargo, Jiang Yue Lan es la segunda esposa, así que padre sigue teniendo la última palabra. – Le recordó Wei Yang.
–Yo ya lo hablé con Laoye, pero me aseguró que quien decide es la primera esposa. Si vuelvo a ir…
–Tranquila, – Li Wei Yang desestimó sus preocupaciones con una sonrisa. – ya me encargaré yo de ir a comentárselo a Lao Furen.
El rostro de la concubina se iluminó y comenzó a agradecer a Wei Yang sin parar.
–¡Qué generosa eres, Xianzhu! – La alabó. – ¡Tanto mi hija como yo recordaremos esto! Por cierto, tenías razón, Laoye ha rechazado al hijo de los Jiang que pidió tu mano.
–¿Qué hijo ha sido? – Preguntó Bai Zhi cuando vio a Wei Yang asentir con la cabeza.
–El cuarto.
¿Jiang Nan? Aquello extrañó a Wei Yang. A pesar de que el joven todavía no contaba con un rango oficial, seguía perteneciendo a una familia poderosa que gozaba de muchos méritos y unos antecedentes de lujo.
–¿Cómo le rechazó?
–Tu padre aseguró que tu matrimonio lo decidiría el Emperador. Pero… Si los Jiang no van a rendirse tan fácilmente… Me temo que se te avecinan días duros, Xianzhu.
¿En qué estarían pensando los Jiang? El cuarto hijo la detestaba y Guo Gong Furen viviría el resto de sus días atormentándola si el matrimonio daba a lugar.
–Laoye puede rechazar a los Jiang, pero no al Emperador, Xianzhu. – Le advirtió la concubina con peculiar sinceridad. – Será mejor que te prepares… Esa familia no te dejará en paz. Si de verdad te vas a casar, mucho me temo que las noticias llegarán en menos de medio año.
–¡Que se atrevan! – Amenazó Bai Zhi.
–Tu criada no entiende nada. Esto pasa cada día. A la única hija de Zhou Xuan De, uno de los súbditos de primer rango más leales al Emperador, la hicieron casar con uno de los herederos de los Pang Chong, que de toda la vida habían sido enemigos de los Zhou. Al parecer, Su Majestad sólo quería solucionar sus trifulcas, pero la niña… falleció cuatro días antes de la boda. ¡La única hija de los Zhou muerta! Pang Chong aseguró que había sido por una enfermedad, pero la familia de la chiquilla no se lo tragó y al final todo se llevó a juicio. El Emperador condenó a muerte a Pnag Chong, pero de nada sirvió, Zhou Xiaojie no podría volver de entre los muertos. Una vez estás casada, es cuestión de vida o muerte. Tu vida pende de un hilo que ellos tienen entre sus manos. La Xianzhu estaría sola allí y si le pide clemencia a los cielos pero la ignoran… ¡Qué situación tan miserable!
–Gracias por recordármelo. – Li Wei Yang sabía que las palabras de la concubina no albergaban falsedad y que debía mostrarse serena, por lo que sonrió y se lo agradeció. – Sé qué hacer, no te preocupes.
La concubina estudió la expresión carente de nerviosismo o miedo de Wei Yang y anunció:
–Será mejor que me vaya.

De camino a He Xiang Yuan,  Bai Zhi abrió la boca varias veces para hablar, pero mantuvo el silencio y la cabeza gacha junto a Wei Yang hasta que ésta no pudo soportarlo más.
–Si tienes algo que decir, hazlo.
–¿No le parece que es raro que la cuarta concubina haya venido a informarle sin más, Xiaojie?
–Por un lado lo ha hecho por su propia hija y, por el otro, padre la ha debido enviar para ponerme a prueba. – Afirmó la joven con la cabeza bien alta.
–¿El señor? – Bai Zhi se puso nerviosa. – ¿Querrá casarla? Pero es su padre y sabe lo que opinan los Jiang de usted…
–¿Por qué rechazaría una oferta espectacular por la hija de una concubina?
–¿Xiajie? – Bai Zhi se la miró sorprendida, temerosa de que a su señora le acaeciese el mismo destino que a Zhou Xiaojie.
–No te preocupes tanto. – La consoló Wei Yang entre risitas. – Si de verdad fuese a venderme con tanta facilidad, no habría enviado a la concubina para ponerme a prueba. En mi opinión, padre sólo quiere saber cuántas cartas tengo bajo la manga y si vale la pena oponerse a los Jiang. – Explicó con una sonrisa burlona.
La señora y su criada continuaron su camino hasta que otro sirviente las informó que debían dirigirse al estudio de Li Xiao Ran. Una vez en el lujoso despacho cubierto de majestuosos muebles bañados de oro donde se hallaba esperando a su hija inquieto. Creyó que la muchacha se presentaría ante él recelosa, sin embargo, Wei Yang se sentó y disfrutó de su té tan tranquilamente como en cualquier otra ocasión.
–Los Jiang me han propuesto que te conviertas en la primera esposa de Jiang Nan para aliar las familias una vez más.

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2 comentarios

  1. ¡Hola de nuevo!

    Me alegra que hayas actualizado esta historia. Como siempre, un excelente trabajo.

    Grité como loca con la declaración de Tuoba Zhen, casi se la compré por un momento. Afortunadamente recordé como condenó a Wei Yang en su vida anterior y todo ese sentimiento de rencor volvió a mi.

    Ahora incluso el cuarto hijo de los Jiang pidr su mano en matrimonio, a todas luces es una trampa. Pero como dice la cuarta concubina, solo el Emperador es capaz de decidir sobre su matrimonio, así que imagino que encontrarán la manera de que él los comprometa. Supongo también que Jiang Nan es el "hombre que no la deja en paz" del que habla la sinopsis de la historia. Admito que los he llegado a shipear y también con el que se hace pasar por DR.

    Esperaré pacientemente la actualización mientras leo de nuevo toda la historia. Deseo que tengas una excelente semana.

    ¡Nos leemos después!

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