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abril 13, 2020


Durante su ausencia, Feng Fei mantuvo el contacto con Hai Xiu mediante mensajes de texto, selfies, alguna foto de un paisaje o de los recuerdos que le había comprado.
Hai Xiu, consciente de que las normas del instituto prohibían explícitamente el uso de móviles, solía llevarlo en silencio, pero ahora que era su único método de comunicación con Feng Fei y que temía perderse cualquier mensaje suyo, pasó a dejarlo en vibración. No existía peligro de que se lo confiscasen, al fin y al cabo, Feng Fei era considerado hasta el punto de que sólo le hablaba durante los descansos y si no le daba tiempo, Hai Xiu se limitaba a releer la conversación una y otra vez.
Ya llevaban varios días sin verse. El recreo sin él ya no se le hacía tan duro gracias a releer los mensajes que le aceleraban el corazón o le ruborizaban, y a ordenar el montón de papeles del pupitre de su pareja.
–¿Por qué no me envías audios? – Le preguntó Hai Xiu a Feng Fei cuando éste no accedió a enviarle uno para cuando echase de menos su voz.
–¿Para qué? Llamar es mejor, ¿no? – Feng Fei rio al otro lado de la línea.
–Sí, pero… Cuando te vas ya no puedo escucharte… – Admitió avergonzado el pobre Hai Xiu que quería esconderse en el montón de papeles. – Si me… – Empezó con un hilo de voz. – Si me envías un audio puedo escucharlo siempre…
–¿Lo estás haciendo adrede? – La sonrisa de Feng Fei se agrandó sorprendido de que su novio dijera algo semejante.
–¿No…? – Contestó Hai Xiu, perdido.
Feng Fei colgó sin contestarle, dejando a Hai Xiu desconcertado y preguntándose si se habría pasado. Feng Fei siempre le priorizaba, era el primero en hablarle y siempre lo hacía con suma dedicación. De hecho, era Hai Xiu quien a veces no podía contestarle al momento por las clases y, sin embargo, se había atrevido a pedirle más y más… ¿Sería demasiado pedir? Justo cuando Hai Xiu decidió desbloquear el móvil para disculparse, le llegó una notificación y unos cuantos mensajes: eran audios. Escuchó el primero en el que Feng Fei le llamaba “cariño” con voz melosa y se dedicó a repetirlo una y otra vez sin atreverse a continuar con el resto de los mensajes de voz. ¡Qué bien le trataba Feng Fei! Hasta una veintena de veces escuchó el “cariño” pudiendo imaginarse la sonrisilla de Feng Fei.

Ni Mei Lin entró en la clase al acabar el recreo. La tutora creyó erróneamente que sin Feng Fei en clase, Hai Xiu se quedaría completamente solo como al principio cuando apenas respondía y carecía de expresión. No obstante, aquellos dos días le habían demostrado lo contrario: Hai Xiu continuaba en buena forma, sacando buenas notas, sonriendo y de buen humor. El chico parecía otra persona, nada quedaba del adolescente tímido y sombrío que había llegado hacía medio año. Ni Mei Lin estaba convencida que Hai Xiu conseguiría entrar a una buena universidad y le regocijaba saber que desde que Feng Fei compartía pupitre con él sus notas también habían mejorado y raramente se peleaba con los demás.  Les quedaban unos cuantos años para alcanzar la edad adulta, pero estaba segura de que todo esto se convertiría en bellos recuerdos que les perseguiría el resto de sus vidas.
–Perfecto, puedes sentarte. – Ni Mei Lin asintió complacida después de escuchar la respuesta clara y concisa de Hai Xiu a unas cuantas preguntas que le acababa de formular.
El jefe de estudios le había recomendado a Ni Mei Lin que cambiase de sitio a Hai Xiu por su propio bien, para que no le afectasen las malas influencias de ciertos estudiantes; no obstante, ella estaba convencida de que, si se atrevía a hacerlo, en cuanto Feng Fei pusiese un pie en la escuela lo primero que haría sería plantarse en su despacho y exigir un cambio. Ni Mei Lin sonrió para sí: Feng Fei también había cambiado. Ahora era mucho más considerado y la prueba estaba en que antes de marcharse le había pedido que, por favor, le prestase atención a Hai Xiu.

*         *        *        *        *

El día siguiente era Año Nuevo y en cuanto pasase, sólo quedaría medio mes para que Feng Fei volviese. Hai Xiu tenía un calendario encima de la mesa donde había marcado el día que un novio regresaba.
El resto de sus compañeros de clase estaban impacientes por que empezasen las vacaciones y, para frustración del profesor de guardia, raramente se les veía estudiar durante las horas de estudio libre. No obstante, Hai Xiu leía tranquilamente sin alterarse: Año Nuevo era un día más del montón para él, Jiang Yu Man no estaría con él, Feng Fei tampoco, así que seguiría su rutina habitual.
La campana sonó a las diez en punto provocando el caos absoluto en las clases. Hai Xiu recogió tranquilamente, se ató la chaqueta y la bufanda y se marchó a casa de Feng Fei tal y como se le había estado recordando e insistiendo durante los últimos días. Aquella noche la señora de la limpieza le había preparado una sopa y algunos tentempiés para cenar que se comió con gusto antes de subir a lavarse los dientes y ponerse el pijama – de Feng Fei. La ropa de Feng Fei olía a él, era como saborear la luz del sol.
–¿Feng-…? ¿Feng Fei? – Hai Xiu se sobresaltó al escuchar el tono de llamada.
–¿Todavía no te has ido a dormir?
–No. – Respondió Hai Xiu. – Me acabo de bañar.
–Qué mal suena eso… – Feng Fei sonrió. – ¿Estabas haciendo cosas malas…?
–¡No! ¡Yo-…! – Hai Xiu entró en pánico.
–¿Seguro? – Feng Fei esbozó una mueca traviesa. – ¿Y te crees que me lo voy a tragar con lo mucho que se te ha acelerado la respiración? – Hai Xiu se percató de su estado, cogió aire para tranquilizarse e intentó contestar, pero Feng Fei se le adelantó y susurró. – ¿Estabas haciendo algo malo pensando en mí?
–¡No! – Hai Xiu se avergonzó hasta el punto de casi pegar un salto. – Yo… Me acabo de bañar, y… Yo… Pues he visto tu pijama. Lo siento, no sé por qué, pero… Yo-…
–Tranquilo, – Feng Fei rio. – no te preocupes. – Le consoló.
–Te-… Te he robado el pijama. – Hai Xiu se explicó sujetando el móvil con ambas manos. – Pe-… Pero no he hecho nada… No lo he ensuciado ni nada… Sólo me lo he puesto…
–¿Seguro? – Feng Fei soltó una risita.
–¡Sí! – Hai Xiu asintió. – Sólo me lo he puesto, no he hecho nada raro… – Se apresuró a añadir.
–Pues hazte una foto para mí. – Dijo Feng Fei con una pizca de diversión en su tono. – ¿Cómo te voy a creer si no? Hazte una foto.
–¿Una… foto?
–Sí.
Hai Xiu se quedó pasmado y desconcertado. ¡Feng Fei había descubierto que le había robado el pijama y encima quería una foto! Con manos temblorosas se acercó al espejo pensando si lo mejor era sacarse la foto delante cuando Feng Fei le dijo:
–Desabróchate los dos primeros botones y abre el cuello.
–Feng Fei… – Rogó Hai Xiu rojo como un tomate.
–¿No quieres? – Hai Xiu no percibió enfado en el tono de voz de Feng Fei, pero no se atrevió a contestar. Decidió colgar para sacarse la foto cuando, de repente, Feng Fei continuó hablando. – Si no quieres, abre la puerta.
Hai Xiu abrió los ojos como platos, notó que le fallaban las piernas y se le cayó el móvil al suelo. Corrió acelerado hasta la ventana de cristal y allí, bajo la nieve, vio a Feng Fei que se acercaba caminando con el móvil en la oreja.
–¡Estoy agotado! – Gritó Feng Fei en cuanto le descubrió en la segunda planta. – ¡Baja y ábreme!

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