8. ¿Volveré a ser feliz?
abril 15, 2020
–Degollarte es un castigo demasiado blando para ti.
Alicia sacudió la cabeza bruscamente al escuchar su
afirmación. Alexandro observó al corro de soldados ansiosos deseosos de
diversión que los rodeaba.
–¡No! ¡No! – Chilló desesperadamente Alicia zafándose del
agarre de los soldados que la sujetaban presa y se lanzó a los pies de
Alexandro que se había vuelto para mirarla. – Por favor, por favor… – Rogó
aterrorizada ante la perspectiva de perder la vida.
Chloe jamás imaginó que llegaría el día en que vería a la
orgullosa Princesa Alicia reducida a semejante estado.
–¡Por fin algo interesante! – Rugió Leo entre los
hombres. – ¡déjenos jugar con la princesita a nosotros también!
A Chloe la recorrió un escalofrío y a Alicia le asustaron
los bramidos animados de los soldados en respuesta a la petición del pelirrojo.
Alexandro miró los ojos empapados de lágrimas de la
princesa y la obligó a levantarse de un tirón. Alicia cometió el error de alzar
la vista y se topó con las muecas lascivas de todos cuanto le rodeaban.
–Máta-… – La muchacha juntó las manos en un gesto de
ruego. – Por favor, sálvame. Por favor… – Murmuró incoherentemente. – Ten
piedad, por favor…– Ni ella misma sabía qué estaba diciendo.
–Ahora nos toca a nosotros, ¿no? – Leo la agarró por el
brazo y tiró de ella haciéndola gritar.
Alexandro la soltó permitiendo que la joven cayese entre
los brazos del soldado. El resto de los hombres se sumaron y pronto Alicia se
vio cubierta de manos que se la disputaban como si fuese un mero pedazo de
carne. Era una escena trepidante; ninguno se compadecía de ella.
–¡Ah!
De repente, Alexandro la atrajo hacia sí y en cuestión de
segundos la atravesó con la espada. Leo apretó los labios decepcionado.
–Colgadla en las puertas. – Dicho esto, Alexandro apartó
la vista del cadáver y se marchó sin mirar atrás.
Fue en ese preciso instante que Chloe se percató de que
aquel podría aquel también podría ser su destino.
–¡Ah! – Exclamó al notar un toquecito en el hombro.
Lucy había pretendido abrazarla para calmar sus miedos,
pero sólo había conseguido asustarla y el ruido alertó a los soldados. Chloe, en
pánico, cruzó miradas sin querer con el mismismo Alexandro que pronto perdió el
interés y reanudó la marcha con indiferencia. Fue un alivio y la muchacha pudo
volver a respirar.
Poco después de lo ocurrido las ataron a todas y
marcharon rumbo a la Capital. Chloe se había jurado a sí misma que en esta
segunda vida iba a ser feliz. La primera había terminado trágicamente a manos
un desconocido borracho y descuidado que la atropelló a los treinta y cinco
años después de haber fallado los exámenes de acceso a la universidad, los de
la pública y de haber conseguido a duras penas el título de farmacéutica oriental.
¿Volvería a ser feliz? Quería seguir viviendo.
El trayecto a la Capital atadas de manos a las espaldas y
flaqueadas por los soldados a caballo fue lo que les confirmó a las desdichadas
mujeres que su nueva vida de esclava iba a ser mucho peor de lo que imaginaban.
* * *
* *
El viaje duró algo más de una semana. Chloe, normalmente
positiva y alegre, había perdido su vitalidad a causa de la dificultad del
camino y de tener que estar constantemente alerta por si Alexandro o Leo
decidían volver a jugar con su vida; el miserable final de Alicia la perseguía
hasta en sueños.
La Capital era muchísimo más avanzada de lo que esperaba,
nada que ver con El Pasa. Una vez allí, empezó el procedimiento de esclavitud
en el que se las despojaba de todas sus pertenencias e identidades para
otorgarles el nuevo estatus de esclava – Nadie volvería a referirse a Chloe
como “princesa”. No obstante, Chloe lo prefería. Tras ser testigo del destino
de Alicia con sus propios ojos no le costaba predecir qué clase de ventura le
esperaba si se la trataba de forma especial. Todavía era capaz de sentir el
aliento pútrido de Leo mientas le susurraba que la iba a cuidar.
Rezaba para no tener que volver a ver a ese soldado loco
ni a su capitán nunca más.
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