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mayo 30, 2020



Hai Xiu tardó dos segundos en bajar corriendo las escaleras y abrir la puerta.

–Feliz Año Nuevo. – Le felicitó Feng Fei cubierto de nieve hasta las cejas.

–¿Qué-…? ¿Por qué estás-…? – Balbuceó Hai Xiu atónito y descalzo.

Feng Fei entró, le abrazó y cogió en brazos al chico antes de contestarle:

–¿No te había prometido que pasaría el Año Nuevo contigo?

Hai Xiu se percató de la baja temperatura del cuerpo de su novio y, aunque trató de fingir normalidad, terminó regañándole por pura preocupación.

–¿Qué horas son estas de venir? ¿Cómo has vuelto? ¿Y tus padres? ¿Y… tu hermano? ¡Tienes los ojos rojos…!

–Tranquilízate. – Feng Fei llamó a un taxi para que lo trajera desde el aeropuerto, pero el chofer no se vio capaz de subir la colina hasta su casa en coche, por lo que tuvo que resignarse y subirla andando. – No me estoy muriendo ni nada. – Añadió antes de besarle sin piedad.

Feng Fei subió las escaleras con Hai Xiu en brazos, lo depositó con cuidado sobre la cama y lo cubrió de besos amorosos y apasionados hasta dejarle sin respiración.

–Perfecto, – sonrió. – ya se me han pasado todos los males.

Hai Xiu se ruborizó y miró a Feng Fei con el corazón en un puño, todavía incapaz de creer que estuviera ahí.

–¿Qué pasa? – Feng Fei le sonrió una vez más. – ¿No te apetece hablar conmigo?

Hai Xiu le dedicó una mueca y sacudió la cabeza.

–¿Cómo has vuelto? ¿No decías que te ibas medio mes? – Justo entonces, se le ocurrió algo y entró en pánico. – ¿Tu familia lo sabe?

–No. – Feng Fei esbozó una sonrisa traviesa. – Nos estábamos alojando en casa de mi tío, pero como es Fin de Año les he dicho a mis padres que me iría a celebrarlo a casa de unos amigos. Vamos, que no tienen ni idea de que no estoy en casa.

–Deberías haberles dicho al-… – Empezó Hai Xiu desconcertado.

–No te preocupes, no es para tanto. – Feng Fei le pellizcó la cara. – Me he subido al avión después de comer. ¡Menos mal que ya tenía el billete comprado y me he venido pronto! Allí también está nevando, a lo mejor no habría conseguido llegar a tiempo.

Dicho esto, Feng Fei ojeó el reloj comprobando que todavía quedaban siete minutos para las doce.

–¿Qué pasa? – Feng Fei soltó una risita viendo la cara de Hai Xiu. – No es a ti a quién he mentido.

–¿Mañana… te tienes que ir? – Preguntó Hai Xiu al borde de las lágrimas.

–Sí. – Feng Fei, claramente agotado, sonrió. – He venido corriendo porque me daba miedo llegar tarde, pero mañana puedo volver con la calma. No te preocupes, les diré que tengo resaca y ya está.

–Es por mi cul-…

–No es culpa tuya. – Feng Fei se inclinó hacia él. – Yo he querido venir. Me da igual tener que subir una cuesta en medio de una tormenta de nieve si eso significa que puedo pasar el Año Nuevo contigo… Sobretodo si sé que me vas a estar esperando en mi casa con mi pijama puesto. – Ronroneó. – Me lo habría perdido.

Hai Xiu estaba tan alterado que había olvidado por completo que todavía llevaba el pijama de su novio.

–Yo-… Es que no sabía que vendrías… – Se explicó avergonzado.

–¿Me has echado de menos? – Le preguntó el chico de repente.

–Sí… – Asintió muerto de vergüenza el otro.

–¿Cuánto? – Feng Fei cogió a Hai Xiu por la muñeca. – ¿Eh?

–¿Cómo voy… a…? – Hai Xiu intentó zafarse en vano.

–Venga, di lo primero que se te pase por la cabeza. – Feng Fei se lo miró risueño. – ¿Vengo corriendo a verte y tú no puedes ni concederme este pequeño deseo? Vamos, di, ¿cuánto de menos me has echado?

–Cada minuto… – Contestó Hai Xiu sonrojado. – Te he echado tanto de menos… No sé… Cómo explicarlo…

–Cómo has mejorado en un par de días, eh. – Comentó Feng Fei aprisionándole contra la cama. No se había esperado que Hai Xiu fuese capaz de expresarse con tanta dulzura.

Hai Xiu se sintió estafado: se había portado bien, había contestado las preguntas de su novio como debía y, aun así, éste le había dado una lección en la cama – aunque no le disgustó.

Después de la “lección”, la pareja celebró el Año Nuevo con un pastel que Feng Fei había traído mientras contemplaban los fuegos artificiales por la ventana.

–¿Cuál es tu resolución de Año Nuevo?

Hai Xiu se sonrojo, sonrió y evitó responder devolviéndole la pregunta.

–¿Y la tuya?

–Yo, eh… – Feng Fei cogió la fresa de su porción de tarta y la dejó en el plato de Hai Xiu. – Olvídalo, – Sonrió. – es demasiado cursi para decirlo en voz alta.

–Dímelo… – Insitió Hai Xiu. – Quiero saber qué es.

–¿De verdad? – Feng Fei frunció ligeramente el ceño. – Nunca se lo he dicho a nadie, y puede que suene ridículo, pero lo digo en serio.

–Cuenta, cuenta. – Volvió a insistir el otro joven que se moría de ganas de enterarse.

Feng Fei observó a Hai Xiu durante unos segundos antes de esbozar una sonrisa y hablar:

–En realidad, mi deseo para este Año Nuevo es que estés feliz y tranquilo, que apruebes el examen de admisión a la universidad que tu quieres y que estés sano y sin ningún problema.

Hai Xiu sintió como su corazón gritaba, saltaba y daba tumbos; hasta la fresa le supo sólo a caramelo.

–Bueno, pero ahora confiesa tú. – Feng Fei le dio un golpecito. Hai  Xiu mantuvo el silencio, así que el otro intentó adivinarlo. –¿Es porque tiene que ver conmigo?

Hai Xiu asintió y Feng Fei sonrió.

–Me alegra, porque sería muy fuerte que después de haberme sacrificado y venido hasta aquí para celebrar el Año Nuevo contigo, tu deseo no fuera para mí.

–Pues… – Hai Xiu sonrió y confesó. – Este año cumples los 18, ¿no? ¡Pues por fin podrás sacarte el carné de conducir y dejarás de hacerlo ilegalmente!

Feng Fei se quedó boquiabierto.

–¡¿Lo que quieres para este Año Nuevo es que me saque el carné de conducir?!

–No, – Hai Xiu se encogió de hombros y se apresuró a explicarse. – no es el único…

–Pues si no quieres decirme-…

A sabiendas que no podría librarse de la pataleta de Feng Fei si no confesaba, Hai Xiu optó por ser sincero.

–También deseo que seas feliz y estés bien…

Feng Fei le ofreció una sonrisa tiernísima que, le acarició la frente y le preguntó con dulzura:

–¿No tienes sueño? Mañana tienes clase, será mejor que te acuestes.

Hai Xiu quería quedarse con él más tiempo.

–¿A qué hora te vas mañana?

–Sobre las nueve. – Calculó el otro.

Saber que Feng Fei podría dormir hasta las ocho consoló al renuente Hai Xiu, pero seguía preocupándole que dos porciones de tarta fueran lo suficientemente saciantes después del viaje.

–¿Estás seguro de que no quieres que te haga algo para comer? ¿Tienes hambre?

Feng Fei no había cenado nada y el pastel era demasiado dulce para su gusto, así que tampoco se había llevado mucho a la boca.

–¿Te apetecen fideos? – Hai Xiu vio la afirmación en Feng Fei.

–Me apetece todo lo que me hagas.

Hai Xiu sonrió y bajó las escaleras seguido de Feng Fei hasta la cocina. Al llegar recordó la sopa que la asistenta le había preparado la noche anterior y que apenas había tocado, por lo que la calentó, añadió los fideos y se la sirvió a Feng Fei.

Feng Fei se lanzó a la batalla como un lobo hambriento sin dejar de halagar las aptitudes culinarias de Hai Xiu.

–No… Está bueno por la sopa…

–¡Para nada! ¡Los fideos están muy bien hechos! – Hai Xiu sonrió y Feng Fei añadió. – El otro día te halague delante de mi madre.

–¿Me hala-… halagaste? – Hai Xiu se quedó de piedra.

–Sí. – Feng Fei alzó la cabeza y esbozó una mueca socarrona. – Le dije lo buen estudiante que eres, lo buena persona que eres; que sabes cocinar, que me vas a cuidar de mí y que te gusto muchísimo…

–Qué tontería. – Hai Xi no se creyó nada.

–Va en serio. – Dijo Feng Fei. – También le conté que estabas conmigo y que no hacía falta que se preocupasen por mí o por que entre en la uni.

Hai Xiu recordó entonces que los padres de Feng Fei iban a emigrar y que su pareja se quedaría solo.

–Cuídame mucho, ¿vale? – Feng Fei le sonrió. – Eres la única familia que tengo aquí–

–Yo-… Claro que te cuidaré bien, siempre. – Le aseguró Hai Xiu totalmente serio.

–¿Me vas a hacer caso? – Feng Fei alzó una ceja.

–¡Sí! – Hai Xiu asintió y se ruborizó.

Satisfecho, Feng Fei terminó de cenar, lavó los platos y anunció que se iba a duchar antes de ir a la cama.

Hai Xiu le siguió al piso de arriba mientras escuchaba a Feng Fei refunfuñando sobre el conductor que se había negado a conducir hasta allí arriba.

–¡Maldito sea ese conductor! ¡Mira que obligarme a subir hasta aquí caminando…! ¡Le ha dado igual el dinero que le he ofrecido y todo lo que le he dicho…!

Hai Xiu estalló en sonoras carcajadas hasta que le dolían los costados.

–Ah, sí. – Ya en el segundo piso, Feng Fei se giró y le preguntó. – Oye, ¿me dejas sacarte unas cuantas fotos con el móvil vestido así? Así me las puedo llevar conmigo mañana.

–¿No…  me tienes muy visto ya? – Hai Xiu se sintió arrinconado.

–Pero es que quiero verlo “sin parar”. – Contestó Feng Fei alzando la comisura de los labios. – ¿Quién ha sido el que me ha enviado mensajitos de voz diciendo que tengo que escucharlos hasta la saciedad? Yo no te he pedido eso… ¿Y ahora resulta que no puedo ni sacarte una foto? – Añadió. – Además, te he estado enviado selfies sin parar para que no te olvides de mí. ¡Mi hermano me ha llamado narcisista! ¿Y tú? ¿Cuántas selfies me has enviado tú? ¡Sólo me has enviado fotos de la pizarra!

Feng Fei le pasó su móvil a Hai Xiu que lo aceptó como si fuera una patata caliente.

–¿De verdad… tengo que hacerlo…? – Intentó rogar por última vez.

Feng Fei se metió las manos en los bolsillos, se inclinó sobre él y le chinchó:

–¿Ahora te da vergüenza? ¿Quién es el que me ha prometido que me haría caso hace un momentito…?

Hai Xiu se quedó atónito y Feng Fei sonrió maliciosamente.

–No te he pedido que te las hagas delante de mí, eso ya me parece estar tratándote bien, cariño… – Feng Fei ladeó la cabeza y le susurró al oído. – Asegúrate de no ser demasiado mojigato en las fotos, eh.

Hai XIu se tapó los oídos como un conejito asustado. Feng Fei se enderezó, cogió ropa interior limpia y se dirigió al baño mientras silbaba encantado.

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2 comentarios

  1. Hoy pude encontrar el blog y traduces muchas cosas buenas 💞😍

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  2. OMG estuve más de un año pensando que tu blog desapareció TT qué bueno que te encontré <3 gracias por las traducciones!

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